Capítulo 6...

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-Sybil, ¿Estás segura de querer quedarte al cumpleaños de Muriel?-, preguntó preocupado el general Vane.

Una pequeña sonrisa maliciosa, casi imperceptible se formó en el bello rostro de la pelinegra.

-Si, muy segura-

-¿A donde van?-, preguntó un muy curioso pelirrojo, aún en shock por lo hermosa que se veía Sybil en el vestido tan bonito que traía puesto.

-Vamos al baile de la princesa Muriel-, contestó el general Vane.

"Malcriada Prinsesucha de pacotilla", pensó con fastidio Sybil.

-¿Puedo ir?-

-No-, dijo con el ceño fruncido la ojiazul.

Minutos después, Sybil, el general Vane y Victor estaban dentro del castillo que ya estaba lleno de condes, condesas, príncipes, y demás amigos del rey Julio, algunos solo iban de reinos vecinos para felicitar a la princesa.

-Hermano-, el rey Julio recibió con un cálido abrazo a Cornelius.

-Pensaba que no vendrían-

Cuando ambos mayores se centraron en una plática sobre política y la economía del reino, Sybil se vió rodeada de gente.

-Hola pequeña-

-¿Tu eres la hermana menor de la princesa?-

-Eres muy hermosa-

Entre otras cosas, eran los halagos que la mayoría de los invitados le decían a la pequeña Sybil.
Se pensó salvada cuando la princesa Muriel bajó elegantemente las escaleras y las miradas de toda la gente presente se dirigieron a la de ojos negros; vestía un hermoso vestido dorado adornado con perlas y fabricado de las más refinadas telas. Los príncipes que buscaban pedir su mano fueron uno por uno a querer invitarla a bailar, pero la rubia ya había puesto su atención en un joven digno de su hermosura.
Era nada más y nada ménos que "Eliott", la otra cara de la bestia, que se había infiltrado asesinando a un noble que venía de camino y robando sus prendas de vestir.

Como el bello joven no se acercaba a ella, decidió dar el primer paso.

-Gracias por haber venido...-,dijo como preguntándo su nombre.

-Conde Eliott de Libania, un placer conocerla princesa-, el ojivioleta besó la delicada mano de Muriel, causando que esta se sonrojára.

No muy lejos de allí se encontraban un implorante Victor y una fastidiada Sybil.

-Vamos, baila conmigo Sybil-

-Ya te dije que no-

-Solo una pieza-

-¡Ni siquiera sabes bailar!-

-Puedes enseñarme-

-No-

-Anda Sybil, baila conmigo-

Ya harta, la pequeña pelinegra le pisó fuerte el pie al ojiverde y se alejó lo más rápido que pudo con tal de que la dejará en paz.
Pero fue un gran error, ya que al querer salir apresurada chocó con un joven de ojos violetas que, al captar su embriagante aroma, tuvo que taparse disimuladamente la cara para que nadie notar que comenzaba a cambiar de forma.

-Hola de nuevo, Sybil-, le sonrió feliz el mayor a la pequeña.

-¿La conoces?-, dijo una exasperada Muriel, ¡¿Qué esa niña estaba en todos lados?!

-Si, afortunadamente-,Sybil se sonrojó y "Eliott" le guiño el ojo, mientras que la princesa tenía una cara de "Que-acaba-de-pasar".

-Si me disculpan, es hora del brindis-, llegó la salvación de la pequeña ojiazul, le pondría un altar, un templo y le haría una iglesia al rey Julio por haberle salvado el trasero.

"The Warrior and The Beast"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora