-¿En qué estaban pensando?-, el general Vane les hablaba severamente a ambos niños, los cuales solo se mantenían cabizbajos.
-Fue mi culpa, yo convencí a Victor de ir al prado, lo siento mucho-, Sybil le habló al general Cornelius de la manera más apenada que pudo.
Cornelius suspiró, el estaba conciente de que no se podía enojar con Sybil.
-Bien, los perdonaré solo porque es la primera vez que lo hacen, pero que no vuelva a suceder-
Al decir esto Sybil abrazó al general Vane y le dió las gracias, sorprendiéndolo, pero el automáticamente sonrió y le devolvió el abrazo.
-Sybil, ¿Dónde esta Lou?-, los ojos de la pelinegra se salierón de sus órbitas al percatarse de que había olvidado a su peludo amigo.
Se separó rápidamente del general Cornelius y salió de la posada a la velocidad de la luz, con los tres caballeros y un Victor detrás de ella.Corrió tan rápido que llegó a la cerca en segundos y la saltó con la agilidad de un gato.
Cuando tocó el piso, siguió corriendo sin perder la rápidez hasta llegar a las enredaderas y entró de golpe en el túnel. Cuando Sybil llegó al claro, cual fue su sorpresa al encontrarse con Eliot.-Hola-, el rubio le sonrió dulcemente, pero Sybil lo ignoró y comenzó a buscar a su peludo amigo.
Eliott resopló y rodó los ojos, terminaría con el error de una vez por todas.
Sus ojos se volvierón amarillos y comenzó a crecerle pelo, su boca se alargó y sus dientes crecierón, empezó a crecerle su cola, y cuando estaba a punto de saltarlé encima a la niña, Sybil habló.
-Eliott-, la voz de la pequeña pausó su transformación y volvió a su forma humana rápidamente. -¿Has visto a un conejito negro?-
La bestia tragó duro al recordar a su aperitivo de hace unos segundos.
-No, ¿Por qué preguntas?-
-Es que...por nada-, la pelinegra salió del tunel encontrándose con unos muy enojados caballeros y un pequeño Victor tirado en el suelo.
-Sybil-, por el tono de advertencia del general Vane, la pequeña supo que estaba en serios problemas.
-General Vane, ¿Nuestra misión no termina hoy?-, Henry estaba sentado en el pasillo junto con Dorian y Cornelius.
-Si, mañana en la mañana nos irémos-
-¿Qué hay de los niños?-,habló adormilado Dorian.
-Vendrán con nosotros, por supuesto-
-Usted piensa hacerse cargo de Sybil-, dijo Dorian, más como una afirmación.
-Si, ella no tiene a nadie, supongo que será lo mejor para ella-
-Yo quiero entrenar a Victor, para que algún día llegue a ser un miembro honorable de la armada-, dijo un Henry soñador, imaginándose elnfuturo del niño.
-Bien, buenas noches caballeros-, los tres hombres se fuerón a sus respectivas camas y dejarón que la oscuridad de la noche los arrullára.
Al día siguiente Sybil se despertó muy temprano en la mañana debido al alboroto que tenían los tres soldados.
-¿Qué sucede?-
-Vamos a volver a la capital-, dijo Henry.
-Y ustedes vienen con nosotros-, terminó la oración el general.
-Victor-, Sybil jaló las sábanas en las que estaba enredado el pelirrojo causando que este cayerá de golpe al suelo.
-Oye-, el niño miró a la ojiazul desaprobatoriamente y los tres hombres rierón.
-Nos vamos a la capital-
-A la capi-¿Qué?-
-A la capital, la ciudad principal del reino, en donde nosotros viviremos de ahora en adelante-, le explico Dorian a Victor.
-Pero regresaremos, ¿Verdad?-, preguntó la pelinegra con una falsa mirada de melancolía.
-Tal vez, este pueblo cada vez me da peores impresiones, asi que le daremos nuestro informe al rey Julio y esperaremos sus órdenes-, dijo Cornelius, terminando de empacar sus cosas en su maleta de cuero.
Sybil guardó disimuladamente el medallón de su madre dentro del bolsillo de su vestido; si la gente del reino era tan supersticiosa como ella se imaginaba se encargaría de mantener un perfil bajo, no podía arriesgarse a ser acusada de brujería antes de conseguir su venganza.
La pequeña, para ser tan joven era verdaderamente inteligente, tenía la sospecha de que el joven rubio llamado Eliott tenía algo que ver con la muerte de su familia, y si era asi, el chico de hermosos ojos violeta los seguiría a la capital.-Bien, en marcha-, los cinco individuos se fuerón rumbo a la hermosa ciudad de Elmir, escondida entre los hermosos bosques de Zulier.
Es la ciudad más pacífica que podría existir y haber existido.
Y ni hablar de el hermoso castillo del rey Julio, es una hermosa construcción de los mas finos y fuertes materiales; las cortinas y alfombras de la más fina seda, los muebles echos de madera de abedúl, los cojines con los bordados más bellos y delicados y ninguna palabra alcanzaba para describir la belleza entera del hermoso castillo.El castillo es habitado por los miembros de la familia real como el general Cornelius y la familia del rey, se dice que todos los habitantes del castillo poseen infinita belleza, pero el residente mas bello y delicado del castillo es la princesa Muriel.
Sus cabellos tan dorados como el sol, sus ojos tan brillantes y exóticos del color del ónix, su piel tan blanca y suave como la porcelana y sus labios tan rojos como cualquier rubí.
El único ser viviente capaz de competir contra la belleza de la princesa es nuestra protagonista de ojos azules, la pequeña Sybil.
Que a pesar de su edad superaba por mucho a la belleza etérea de Muriel, con sus largos cabellos mas negros que la noche, sus pestañas largas hasta los pómulos, sus labios de color salmón, y sus ojos tan azules como el más salvaje de los mares.
Definitivamente el reino se llevaría una gran sorpresa a la llegada de la pelinegra.
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"The Warrior and The Beast"
RomanceOjos amarillos mirándote a lo lejos, causándote terror. Enormes colmillos capaces de romper huesos con un solo roze. Ojos amarillos mirándote hambrientos, causándote terror. Garras afiladas, que pueden desgarrar tu carne. Ojos amarillos mirándote co...