-Bienvenidos a Elmir-, dijo el general Vane al llegar a la inmensa ciudad en lo profundo del bosque.
-Es muy bonita, me esperaba algo más pueblerino, pero esto esta mucho mejor-, dijo Sybil.
Henry rió y le alborotó el cabello a Sybil, ganándose un pisotón por parte de la pequeña.
-Auch, ¿Porqué hiciste eso?-
-Nadie se mete con mi cabello-, dijo Sybil intentando acomodar su cabello.
-Bien, Sybil y yo iremos a la casa de Magda, ustedes tres lleven el reporte al rey Julio y diganle que le quiero presentar a alguien, no me fallen-
Dicho esto, el general Cornelius y la pequeña ojiazul fueron rumbo a la casa de Magda.
Una mujer que se dedicaba a fabricar los mas hermosos vestidos de la ciudad de Elmir.-Hola Magda-, una joven mujer de cabello castaño, ojos verdes y cuerpo un poco robusto se lanzó a los brazos del guapo hombre nada más al verlo.
-Cornelius Vane, hace mucho que no te veo guapo, ¿Que te trae por-, la morena no terminó su oración, se quedó muda, sin palabras, cuando vió a la bella criatura colgada de la pierna del general.
Sus ojos se abrierón con asombro cuando vió su hermoso rostro, y su boca casi toca el piso al tocar su suave piel de porcelana, su sangre se heló al ver sus bellos ojos tan azules como el mar y le dió envidia cada parte de la perfecta escultura que era su anatomía.-¿Tengo algo en la cara?-, Magda tragó duro al escuchar su melodiosa voz.
-N-no, para n-nada-, la mujer miró el rostro de Cornelius rogando por una explicación.
-Ella es Sybil, ahora será mi hija, heredera de todo lo que es mío y quisiera vestirla apropiadamente para presentarsela a Julio-
Sybil sonrió dulcemente y la mujer dió un respingo.
-Bueno, dejame tomarle las medidas y empezaré mi trabajo-
-¿Qué te parece?-, los ojos de Sybil brillarón al ver el hermoso vestido color blanco que traía puesto, favorecía sus ojos y la hacía verse como un angel bajado del cielo.
Tenía un bordado de flores color negro, holanes en los bordes y un listón de color negro en la cintura, era un vestido simple pero bellísimo.-Es precioso-
Magda cepillo su largo cabello y lo recogió en una media-coleta, adornó su cabello con pequeñas flores blancas y rojas, y suspiró satisfecha con su trabajo.
-Oh, se me olvidaba-, Magda sacó de su bolsillo el medallón de la madre de Sybil y se lo entregó a la pelinegra.
Era una cadena de oro con un hermoso cristal transparente de forma ovalada, que adornaba un medallón en forma de estrella de seis picos, con símbolos extraños en cada uno de ellos; el color del cristal cambiaba según el ánimo de su portadora.-Gracias-, cuando Sybil se lo pusó, el cristal cambió a un verde esmeralda.
-¿Y si desaprueba que ahora sea tu hija?-
-No lo hará Sybil, confía en mi-,el general Vane y Sybil habían llegado al palacio del rey Julio, quien ya los estaba esperando junto con su esposa la reina Elinor y su hermosa hija la princesa Muriel.
-Bien, entremos ya-,
Ambos entrarón al castillo, caminarón por un largo pasillo y Sybil no hacía mas que deleitarse con lo majestuoso que era el castillo por dentro, si por fuera era hermoso, por dentro se quedaba corto todo lo que había dicho Cornelius sobre la belleza del castillo.
-Cornelius, hermano-, un hombre joven de tez bronceada, cabello rubio y brillantes ojos vede pálido abrazó con entusiasmo al general Cornelius.
-Hola Cornelius-, una mujer de cabello color chocolate y ojos mieles saludó al general Vane, seguida por una muchacha rubia y de rostro angelical, la princesa Muriel.
-Quiero presentarles a alguien-
-¿Se puede saber quién?-,habló con voz monótoma la joven de ojos negros.
-Sybil, ya puedes pasar-, la pelinegra entró timidamente en el salón y las tres bellas personalidades abrierón sus ojos con asombro, el rey y la reina sonrierón dulcemente, pero Muriel frunció el ceño claramente en desagrado con la presencia de la pequeña.
-Ella es Sybil, ahora es mi hija y heredera, mi equipo y yo la encontramos deambulando sola en nuestra misión en Sálem-
-Hola pequeña-, la reina acarició dulcemente la cabeza de la pelinegra y le hizo recordar a su madre, Sybil solamente le sonrió.
-Hola-, el rey se río de lo tímida que era la niña, era una pequeña verdaderamente hermosa, pero le preocupaba la actitud que podría tomar su hija con su presencia.
-¿Es enserio?,¿Recoger a una niña de la calle?, nunca pensé que podría caer tan bajo general Vane-
-¡MURIEL!-, la princesa solamente rodó los ojos y miró a la hermosa niña con odio.
-No necesito que me digas como debo actuar Muriel, Sybil es una niña muy especial que necesita de mi, es huerfana y me e comprometido a velar por su bien-
-Es muy noble lo que haces por tan encantadora criatura-, Sybil se sonrojó a las palabras de la reina.
-Solamente es una mugrienta rata de la calle, no veo porque le dan tanta importancia-
-¡MURIEL ELIZABETH WHITE ROSE VANE!, Te prohibo que hables así de tu sobrina, yo no te e educado de esa forma jovencita insolente-
La princesa miró con odio a la pequeña y se sorprendió que esta le mirara de igual forma, su mirada se detuvo en el medallón que colgaba de su cuello; que, ante su atenta mirada cambió de color a un rojo sangre.
-Dame ese medallón, lo quiero-, la princesa le arrancó el hermoso collar del cuello a la niña y se lo pusó, esperando que cambiara de color como segundos atrás.
Muriel era de esa manera, si deseaba algo, lo tomaba, fuera correcto o no.-¡Devuélvemelo!-, Sybil golpeó con toda su fuerza el perfecto rostro de Muriel y esta calló en un ruido seco al piso alfombrado.
-¡Sybil!-
-¡Muriel!-Gritarón los hermanos al unisóno, el rey le quitó el medallón a su hija y la mandó preocupado a sus apocentos, mientras que el genral Vane le daba una reprimenda a la pelinegra.
-Lo lamento, es que el medallón le pertenecía a mi madre y...-, la mirada afligida de Sybil fue suficiente para desvanecer los ceños fruncidos en la cara de los mayores.
-No, yo lamento el comportamineto de mi hija, ella normalmente no es así-, dijo muy apenado el rey Julio.
-Espero que este acontecimiento no cambie tu decisión sobre venir al cumpleaños de Muriel, pequeña Sybil-, le habló con cautela la reina a a la pelinegra.
-Y la tuya tampoco, hermano-, dijo preocupado el rey Julio.
-¿Sybil?-, preguntó como pidiendo permiso el general Vane.
La pequeña suspiró, ¿Qué podía perder?, quizás hasta podía humillar a la insolente de la prinsesucha en su propia fiesta, este último pensamiento la hizo sonreír mentalmente.
-Esta bien, por mi no hay problema-, dijo Sybil con escondidas intenciones.
Los mayores solamente sonrierón aliviados, pensando lo maravillosa y dulce que era la hermosa ojiazul.
...En otra parte de la ciudad, la bestia se abría paso entre los campesinos, guiándose por el exquisito olor de su joven presa, decidido a terminar con su error de una vez por todas....
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"The Warrior and The Beast"
RomanceOjos amarillos mirándote a lo lejos, causándote terror. Enormes colmillos capaces de romper huesos con un solo roze. Ojos amarillos mirándote hambrientos, causándote terror. Garras afiladas, que pueden desgarrar tu carne. Ojos amarillos mirándote co...