3. ¿¡Qué pasa contigo!?

17 2 0
                                    

Justin

Se apartó de mí, asustada. Mejor para mí, más divertido. La observé mejor. Era guapa, de eso no había ninguna duda. Pero se notaba en la elección de su ropa que no era como la mayoría de chicas del instituto, o eso quería aparentar. No vestía como las demás zorras del instituto. Qué pasa, hasta nosotros sabíamos que eran unas zorras, sobretodo Stacy sus amigas del club de animadoras. Lo sé lo sé, y entonces porqué le sigues hablando o llamando, pues fácil. Todos sabíamos que si alguna vez querías una chica fácil para una noche, las llamabas a ellas. Eso era de dominio público, ¿triste verdad? Era por eso que ningún chico quería salir con ellas, tenías un noventa y cinco por ciento de probabilidades de que te la pegara con otro, y nadie quería ser el hazmerreír del instituto, también teníamos nuestro orgullo los chicos, aunque no lo parezca. Volviendo al tema, noté que empezaba a ponerse nerviosa, así que simplemente me apoyé en el árbol mientras la observaba de pies a cabeza. Tenía un buen cuerpo, y una linda cara, además no podía dejarme su trasero y sus tetas, que se notaban en esa camiseta de tirantes, aunque ella no lo quisiera. Hum... una noventa y cinco, nah una cien mínimamente de talla se sujetador. Notó que no paraba de mirar, "ahí" porqué se cruzó de brazos, supongo que para cubrirse. Nunca entenderé porqué las chicas hacen eso, solo consiguen que se les salgan más de la camiseta. Sonreí sin darme cuenta.

- Eres asqueroso. Dijo ella, se le podía notar el odio en la voz, pero quizás también un poco de, ¿miedo? Mi sonrisa creció al darme cuenta de que estaba asustada.

- Puede ser, pero es mejor eso que un mentiroso, ¿no crees? Dije, haciéndome el ofendido. Como respuesta ser rio sin ganas.

- Venga ya, no es mi culpa si solo te fijas en las zorras como Stacy y ya está. Su mirada era acusatoria, ¿dónde había visto esa mirada antes? Agh en fin ahora no me acuerdo.

- ¿Celosa? Pregunté yo, levantando una ceja. Esto se estaba poniendo interesante por momentos.

- ¿De qué? ¿De no ser el plan de emergencia de todos los chicos del instituto para cuando no consiguen la chica que querían? Prefiero tener un poco de dignidad, gracias. Dijo ella, escupiendo las palabras. Ouch, eso había dolido.

- ¿De verdad crees que no puedo conseguir a la chica que quiero? Le respondí yo, fingiendo que me había dolido su comentario.

- No sé, depende. Respondió ella, poniendo un dedo cerca de sus labios como si estuviera pensándolo por un momento.- Hablamos de una chica o de una zorra, porqué aunque vosotros no lo veáis, son cosas muy distintas. Ouch, otra vez. ¿Cómo podía tener amigos con ese carácter?

-Caramba, veo que no tienes pelos en la lengua, tú. Dije acercándome a ella un poco.

- No sé, la verdad es que nunca he buscado pelos ahí. Me respondió ella. Okey, oficialmente esa chica me caía bien.

- ¿Quieres que busqué por ti? Dije poniendo mi mejor voz seductora.

- No gracias. Respondió ella sarcásticamente. Ouch, que rápido. Está chica iba a hacerme mucho daño, lo veía a venir. – ¿Estás segura? Pregunté otra vez, mientras me acercaba un poco más.

- Completamente. Respondió ella, tranquila mientras ponía su mano en mi hombro para hacerme retroceder. Ya está, era mía. Me preparé para coger su brazo y así poderla atraer hacía mí, pero en un momento su brazo volvía a estar colgando al lado de su cuerpo. No recordaba ni como me había sentido cuando me había tocado el hombro, ¿tan rápido había ido todo?

- Y si ya has acabado tu gran estrategia para seducirme, quiero irme a mi casa. Continuó ella, antes de empezar a irse de ahí. Entonces todo fue muy rápido, quise ir hacia donde estaba pasando por la derecha, quedando entre ella y el lago, cunado un balón de futbol salió de la nada y me golpeó la cabeza. Retrocedí aturdido, y antes de darme cuenta estaba dentro del lado, ahogándome. Sí, no sabía nadar de acuerdo, a mis padres nunca les había parecido importante, así que nunca aprendí. Empecé a marearme, aunque estaba al borde de un ataque de nervios. Al final noté que empezaba a hundirme, y todo se volvió negro.

Memorias de una fantsama©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora