9.¿Noche con estrellas? Más quisiera yo

6 1 0
                                    

Lyd

El agua resbalaba por mi mojada nuca y se deslizaba por mi pecho hasta llegar al cuello de mi camiseta empapada y pegada a mi cuerpo. Las manos me estaban comenzando a temblar ligeramente y estoy segura de que tenía la cara pálida. ¿Y sabéis porqué esos síntomas? Pues no eran porque mi mejor amiga hubiera decidido encerrarme fuera de una casa cuando llueve, no. Era porque había decidido encerrarme fuera de una casa cuando llueve y SIN comida. Ni bocatas, ni patatas, ni una mísera barrita energética, ¡nada!

- ¡Tengo hambre!- Exclamé como una niña pequeña e insolente, lo que soy por dentro vamos.

- No te preocupes, no creo que tarden mucho ya.-Respondió Justin sin mirarme. Los dos estábamos sentados en las escaleras de la puerta de entrada de casa de Marcos, pero por desgracia la lluvia seguía incansable y ya parecía que nos hubieran tirado a la piscina de Marcos con ropa. Lo sé, el tío tenía una piscina, este mundo es tan injusto. Observé a mi alrededor aburrida. Casas grandes pintadas con colores claros. Grandes jardines que nadie utilizaba, incluso verjas blancas. No sé podía esperar menos del barrio más rico de la zona, supongo. Me cansé también de observar eso y volví mi vista a Justin.

Su pelo castaño estaba mojado y en la oscuridad parecía negro, sin vida. La ropa también se le pegaba al cuerpo y en su caso la camiseta transparentaba y todo. Se le podía ver todo el pecho musculado, aunque no es que lo mirara mucho ni nada, era solo una observación. Eso no se lo cree nadie, Lyd. ¡Oh cállate! La cosa ya está suficientemente mala como para que aparezcas tú. ¿De verdad? Yo solo quería decirte que conociendo a Ash lo más probable es que si aún no te ha dejado entrar sea para que hables con Justin. Así que si quieres comida te recomiendo que empieces por abrir tu boca y usar la lengua. Y ahora me voy, señora gruñona. Señorita, gruñona. Le corregí. Y eso de la lengua y la boca había sonado muy mal, que asco.

Antes de que esta pelea mental fuera a peor, escuché una risa sencilla y pura. Esa risa venía de mi lado pero, ¿podía ser de Justin? Giré los ojos y me encontré con la mirada divertida de Justin observándome.

- ¿Qué te pasa ahora?- Le solté de mala gana.

- Nada, estás muy mona cuándo discutes contigo misma.- Respondió él mientras seguía observándome y sonreía divertido. Aunque su sonrisa no se reflejaba en sus ojos, estos estaban tristes, turbados y nublados.

- Cuando una cosa me parece mona de lo que tengo ganas es de abrazarla, no de reírme de ella.- Contraataqué yo escéptica y levantando una ceja mientras me cruzaba de brazos.

- Yo te abrazaría pero después de ver lo de casa de Marcos me he contenido.-Respondió él poniendo cara de niño angelito. Eso me sacó una pequeña sonrisa.- Ves, ahora he estado mono y en cambió has sonreído. Tú también te controlas conmigo.- Continuó él juguetón, fingiendo darse aires de grandeza y guiñándome un ojo.

- Ya claro.- Volví a responder escéptica. Pero interiormente dándole vueltas a lo que había dicho. Podía ser verdad, ¿me controlaba con él? Al final decidí darle vueltas más tarde.- ¿También te controlabas con Vanessa?-El tono de mi voz había descendido bastante, igual que había ascendido la tensión con esa pregunta. Le observe la cara esperando una respuesta. Por un momento pareció que perdía la compostura.

- ¿Porqué? ¿Estás celosa?-Al decir eso intentó hacer también su sonrisa de soy sexi y estoy bueno y por eso sé que morirías por pasar cinco minutos conmigo, pero le salió más bien un débil y tembloroso intento de sonrisa.

- ¿Hace falta que diga porque?.-Pregunté mientras mi mirada se volvía dulce. Él me miró sin entender nada. Tu puedes Lyd, lo has hecho otras veces. Gracias consciencia pero esta me parece distinta, aunque no sé porque.

Memorias de una fantsama©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora