10. Bienvenidos a la fase Bomba

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Lyd

Bostecé en silencio mientras pequeñas lágrimas aparecían en mis ojos por consecuencia del bostezo. Dejé de observa el reloj, que no había avanzado ni un milímetro y desvié mi atención a lo que me rodeaba. La pizarra con los tres ejercicios de biología sin responder seguía siendo el centro de atención de la mayoría de la clase. Nuestro tutor y profesor de Biología, Matthew, seguía revisando qué sé yo en su portátil, ajeno a todo. A mi lado Ash mordía con fuerza el tapón del bolígrafo mientras su frente ceño contenía cada vez más arrugas. La libreta lila que observaba con tanta desesperación estaba abierta y mostrando dos de los tres ejercicios hechos. En mi libreta azul los tres ya estaban hechos, ¿pero que podía hacerle yo? Adoraba los ejercicios de genética, un nuevo tema que habíamos abordado este trimestre. Resoplé enojada por haberme dejado llevar por la emoción y haber terminado tan rápido. Estábamos a lunes, segunda clase del día y ya tenía ganas de irme de ahí. Y pensaréis, uy, una adolescente que quiere irse del colegio estando solo a segunda clase, ¿qué extraño no? Siento deciros que la ironía no es uno de vuestros puntos fuertes. Pero ciertamente era raro en mí estar así en clase de biología, una de mis favoritas. Aunque sabía muy bien porque estaba así, obviamente: Justin y el hecho de que no hubiera desayunado bien. Y no os equivoquéis, las dos cosas tenían la misma prioridad para mí. ¡El desayuno es la comida más importante del día, tsk! Volví a centrar mi atención en la clase mientras con mis dedos hacía girar mi bolígrafo Bic azul, sencillo, barato y útil. El profesor me echó una mirada de advertencia al oírme resoplar por segunda vez, yo solo gire los ojos hacia arriba mientras volvía mi vista a la libreta. No era extraño que no me hubiera dicho nada, las clases de Matthew eran bastante libres, ya os lo dije antes. Además el sabia mi pasión por la biología y el hecho de que solía ser la primera en terminar sus ejercicios. Algunas veces me había entregado más ejercicios mientras los demás aún estaban con los tres primeros. Pero al final se había rendido, al ver cómo me volcaba por completo en resolver un ejercicio de los de un año superior que me había entregado sin querer. Aún lo tenía en casa, a la espera de saber resolverlo con los conocimientos que obtuviera el siguiente año. ¿Qué? Que él se rindiera no significaba que yo también lo hubiera hecho. Volví mi mirada a mis compañeros. Todo de ceños fruncidos y ojos achinados clavados con odio en las páginas en blanco. Todo un espectáculo. Finalmente hice lo que quería evitar hacer. Mi vista voló hacia el final de la clase. Justin observaba aburrido los ejercicios mientras su mente vagaba por qué sé yo. Al contrario que él, Marcos ni intentaba que pareciera que lo estaba intentando. ¡Juro que los juegos de palabras me salen solos! En fin, él observaba la ventana distraído mientras los rayos de sol convertían el color de su cabello en oro puro. Se recalzaba con la silla en la pared del fondo de la clase mientras fijaba la mirada en la pista donde se hacía educación física. Buscando chicas con shorts ajustados y tops de deporte, supongo. Aunque también podía ser que observara a Jorge, nuestro conserje. Casi sesenta años, barba larga y sin cuidar, despeinado y con canas, bajito, gordo y gruñón. Juró que no creía en los estereotipos de conserje hasta que lo vi. Era más probable que Marcos observara a las chicas, aunque todo es posible, ¿no?

Dejé caer el bolígrafo a la mesa, ganándome una mirada de reproche del profesor. Volví mi vista a Justin. Parecía haberse rendido a resolver el problema y jugaba con su bolígrafo azul en el borde de la mesa. Sus ojos se veían solo verdes des de esa distancia. Por un momento deseé volver a ver ese universo de colores mezclados entre sí, entrelazados en harmonía con el verde más puro y creando el ojo más bonito que había podido observar. Siempre había pensado que realmente todos los ojos eran hermosos, y que no tienen un solo color. Si te paras a observarlos más de cerca, todos los ojos tienen más colores mezclados dentro suyo. De lejos solo podemos observar el color que abunda más. Como con las personas. Las personas muestran delante de los demás solo una parte de ellos, normalmente la que más abunda en ellos. Pero si nos molestásemos en conocerlas, veríamos que hay muchas otras facetas que no se ven y que ni tan solo se nos hubieran pasado por la cabeza.

Memorias de una fantsama©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora