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Cuando la chica le sonrió a Ben, casi se le detiene el corazón, y se preguntó por qué podrían hacerle daño.

Pero él ya lo sabía.

Todo era dinero. Y el padre de Lisa rebosaba de eso, sin embargo Ben tuvo que pensar mucho antes de poder secuestrarla.

Se veía tan angelical que parecía un pecado dañarla.

Pero eso ya no era cuestión de lo bueno y lo malo. Él necesitaba dinero para satisfacerse, necesitaba dinero para huir.

Síndrome de Estocolmo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora