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Lisa seguía riendo.

Y pensando en volver a mirar el chico de ojos negros con el que había conectado hace un momento.

Volteó a mirar a donde él estaba de nuevo. Pero él ya había desaparecido, igual que un fantasma.

Lisa vagamente se preguntó si se lo había imaginado.

Pero prosiguió hablando.

Síndrome de Estocolmo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora