-Mamá, necesito contarte algo importante- Dijo Lucía desde la puerta de la oficina donde su madre revisaba las cuentas. Verónica dejó de hacer lo que estaba haciendo e indicándole a su hija la silla a su lado dijo:
-Decime hija-
Lucía suspiró:
-No sé por dónde empezar. Es una historia muy larga y difícil de explicar- Verónica no la presionó y Lucía siguió -¿viste que este año empecé clases de teatro? Bueno, nunca te conté que en realidad no fui yo la que tomó esas clases-
-¡¿Qué?! ¿Me estás diciendo que le pagué las clases a otra persona? Hija me encanta que seas bondadosa pero...-
-No mamá, no- la interrumpió Lucía -Quiero decir que no fui yo como yo, sino como Josefina- Su madre la miró confundida. Lucía buscó la peluca, se la puso y dijo -Esta es Josefina-
-Hija, ¿pero por qué hiciste eso? ¿Es que te avergonzás de quién sos?-
-No, no es eso. Es que no me animaba, me daba vergüenza. Pensé que si era otra persona sería más fácil, y lo fue. Pero hace poco descubrí la verdad de mi vergüenza y mi timidez y me di cuenta de que aunque mi nombre sea otro y mi aspecto diferente, seguía siendo yo. Ahora tengo que ir a contarles la verdad a todos los amigos que hice, pero me da miedo y por eso venía a pedirte ayuda- Verónica abrazó a su hija
-No estuvo bien lo que hiciste Lu, pero me enorgullece que tengas el valor de arreglarlo. Claro que te voy a ayudar, pero ¿por qué te da miedo decir la verdad?-
-¿Qué pasa si después se enojan tanto conmigo que no quieren volver a verme? Me voy a quedar otra vez sin amigos-
-Hija, sé que no va a ser fácil, pero vas a ver que una ves que lo hayas hecho te vas a librar de un gran peso y a sentirte en paz con vos misma. Y eso es lo único necesario para que los demás te entiendan y estén en paz con vos: ser honesto, no sólo con los demás, sino también con uno mismo. Así, como hiciste conmigo-
-Gracias mamá. Mañana mismo se los voy a decir-
Al día siguiente, antes de que terminara la clase, Lucía pidió permiso para hablar. Juntó todo el valor que encontró en su interior y s enfrentó a sus compañeros y profesora para decirles:
-Este año, en estas clases, encontré muy buenos amigos, gente maravillosa que no merece ser engañada ni víctima de mentiras. Por eso quiero contarles algo. Siempre me gustó actuar, pero había algo que me impedía hacerlo: el miedo, la vergüenza. Entonces se me ocurrió un plan, un plan brillante desde el punto de vista de alguien paralizado por la timidez, pero tramposo y repugnante para los demás. Mi plan consistía en esconderme para salir de mi interior, es decir, ocultar mi identidad- Lucía se quitó la peluca y se soltó su verdadera cabellera. Escuchó a Joaquín, su compañero de escuela, decir:
-Lucía-
Volvió a levantar la vista, nublada por las lágrimas que empezaban a rodar por sus mejillas, y dijo:
-Mi verdadero nombre es Lucía. Lamento mucho haberles mentido, sólo espero que me puedan perdonar- Sin poder soportarlo más, se dio vuelta para ocultar su rostro lloroso.
Un incómodo silencio cayó sobre el salón. Lucía suspiró, ella había dado el paso que tenía que dar, el resto no estaba en sus manos.
De pronto comenzó a sentir movimiento a sus espaldas, y cuando empezaba a creer que todos se habían ido, sintió manos y brazos que rodeaban sus hombros y masajeaban su espalda en actitud de consuelo y terminó enterrada bajo el afecto de sus compañeros. A lo lejos, vio a su profesora que, con lágrimas en los ojos, sonreía de felicidad y levantaba los pulgares aprobando la actitud de sus alumnos.
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Encontrando a mi verdadero yo
Storie breviLucía, una muchacha tímida e introvertida, vivía encerrada en su departamento al cuidado de su vecina. Hasta que una peluca la hace salir de su exilio voluntario y encontrar toda la confianza en sí misma, su verdadera pasión y su verdadera identidad.