Lucía corrió por el pasillo y tocó impaciente el timbre de la Sra. Pérez, que se sorprendió al abrir la puerta y ver a la muchacha con el uniforme del colegio, la respiración agitada, las manos temblorosas y el rostro pálido.
-¿Qué pasó querida? ¿Estás bien?-
-Sra. Pérez, hoy son las audiciones ¿y si me olvido el guión, o me caigo, o se me desordenan las líneas?- Lucía iba y venía por la habitación retorciéndose las manos. La Sra. Pérez sonrió:
-Querida, hace menos de una semana vivías como si fueras Chole. Hablabas como ella, te movías como ella, te comportabas como ella ¡Es imposible que algo te salga mal! Vamos, andá a cambiarte que te acompaño y me quedo a mirar tu audición-
-Está bien ¡Ay, tengo miedo, me duele la panza de los nervios y siento que mi mente está en blanco! Ya vuelvo, tengo que ir al baño- Lucía salió disparada hacia el departamento contiguo. Una vez liberó parte de su tensión en el baño, se cambió y se puso la peluca. Tomó el guión de su mesa de luz, y bajó al hall donde la Sra. Pérez la esperaba.
Aparentemente tranquila, pero mordisqueándose las uñas, Lucía cruzó la calle, entró a la escuela de artes y se reunió con sus compañeros en la sala de teatro. La Sra. Pérez se quedó al fondo, para mirar sin molestar.
Eran diez personajes en total y cuatro de ellos eran femeninos. La audición estaba organizada de la siguiente manera: primero todos los varones harían las pruebas para un mismo papel masculino, luego todas las mujeres audicionarían para un papel femenino, después los varones representarían otro papel, y así, turnándose los papeles masculinos y femeninos y cambiando de personajes cada vez, todos completarían sus pruebas.
Sólo 5 chicos de la clase quedarían sin papel, sin embargo tendrían un trabajo muy importante: escenario, luces, telón, música, efectos... Estas cosas son las que le dan ese toque final a las obras de teatro y los alumnos tenían que encargarse de ellas.
Pero el sueño de Lucía era conseguir el papel de Chole y la Sra. Pérez fue testigo de una Chole excelente que nadie más había logrado.
De regreso en casa de la Sra. Pérez, tras dos horas de audiciones y frente a una taza de café con leche, Lucía decía entre sollozos:
-No van a darme el papel, me olvidé el diálogo en un momento y tuve que improvisar, e hice un movimiento en un momento que no iba-
-Pero querida, te salió muy bien-
-Eso no alcanza, tenía que ser perfecto- La Sra. Pérez se sentó a su lado y tomándole una mano, hizo que la mirara a los ojos para decirle:
-Lucía, sólo Dios es perfecto y todos cometemos errores, pero tenemos que aprender a ver esos errores como enseñanzas para la próxima vez. Entonces nos vamos a dar cuenta de que cuando nos esforzamos por lograr algo bueno, aunque cometamos muchos errores, el resultado es excelente. Porque cada experiencia es un aprendizaje, y cada aprendizaje una nueva oportunidad.
Lucía se abrazó fuertemente a la Sra. Pérez y lloró, pero no con lágrimas de angustia y frustración, sino con lágrimas de agradecimiento por cada nueva oportunidad.
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Encontrando a mi verdadero yo
Cerita PendekLucía, una muchacha tímida e introvertida, vivía encerrada en su departamento al cuidado de su vecina. Hasta que una peluca la hace salir de su exilio voluntario y encontrar toda la confianza en sí misma, su verdadera pasión y su verdadera identidad.