Abrió los ojos. Las 7,30. No lo podía creer. Laura iba a llegar otro día más tarde a clase. Anoche se había acostado a las tantas después de una noche de esas locas que viven todas las adolescentes de 15. Su amiga Carla la había liado. ¿A quién quería engañar? Había sido ella misma. Buscó con una mano las gafas encima de la mesilla de noche mientras se desperezaba. Le iba a caer una buena. Tenía física a primera hora y la profesora era muy exigente con la puntualidad; como la viese llegar casi una hora tarde llamaría a sus padres. De un tirón se quitó la sabana y puso el primer pie en el suelo. Sin perder un momento Laura corrió hacia su armario donde se puso lo primero que pilló. Una camiseta de manga corta con estampado de colores y unos vaqueros rotos por las rodillas. Salió hacia el baño con prisa y se peinó su cabellera rizada. Miró el reloj de su muñeca derecha. Las 7,45. El próximo bus hacia su instituto salía en 5 minutos unas calles por encima de la casa de Laura. Fue hacia la cocina donde cogió una magdalena y se la metió en el bolsillo. Fue hacia el baño y se lavó un poco los dientes y, seguidamente cogió de su habitación la mochila y salió por la puerta. No quedaba mucho para llegar. Entró en el autobús, con llegada puntual, y se sentó en un sitio por atrás que vio libre. Otro día más. Pero este iba a ser distinto.
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Encontrando un sentido
Teen FictionLaura es una adolescente de la Barcelona actual. Siente que su vida no tiene sentido, camina sin ganas, no disfruta la vida, no ve la luz, hasta que un día, mágicamente, aparecen en sus días una pareja muy especial y un chico que le hará replantea...