Un Cigarrillo y Una copa de Vino

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Siento un calor inmenso por todo mi cuerpo y un gran peso sobre el.

Abro los ojos y los sierro de nuevo, ya que la luz del día que se cuela por las cortinas de mi gran ventanal, que da una vista hermosa de todo París bajo mis pies y me impiden ver con claridad.

Poco a poco los vuelvo abrir para adactarme a la luz solar, cuando los habro por completo me encuentro en medio de dos Dioses.

A mi lado izquierdo tenia a un hombre de piel blanca, cabello cobrizo con un cuerpo tallados por los Dieses, su mano izquierda estaba encima de mi seno derecho, con su pierna izquierda encima de mi pierna izquierda, podía ver en su rostro un amago de una sonrisa, así que lo que paso la noche anterior tuvo que ser exquisito.

Por otro lado, tenía a mi derecha a un hermoso hombre de piel morena, cabello negro rapado y al igual que el rubio tenía un cuerpo de infarto, mientras su cabeza reposaba sobre mi vientre.

- A cualquier mujer le gustaría estar en mi lugar - dije en un susurro

Me quede unos minutos observándolos, hasta que decide levantarme de la cama, me salí de sus agares sin hacer ningún movimiento brusco para no despertarlos.

Camine desnuda hacia la cocina y de la alacena saque una copa de cristal, camine hacia el refrigerador y de allí saque una botella de vino blanco, llene mi copa, camino hacia la barra de desayunó y cojo mi caja de cigarrillos y de fósforos que reposaban sobre ella. Me coló en frente del gran ventanal de cristal de mi sala que me dejaba ver todo de París.

Saque un cigarrillo, lo encendí, lo puse en mi boca e inhale por unos segundos, abrí un poco mi boca y pude ver como el dañino y exquisito humo, salí de mi boca haciendome estremecer. Me encantaba fumar, esa era la única forma en que me podía tranquilizar y me desahogaba también. Pues, no tenia una amiga con quien hablar de mis inquietudes o en su defecto de cualquier disparate. Ya que en este mundo no podía confiar en nadie y menos en el mundo de los negocios al que pertenezco.

Pues, soy unas de las mujeres más ricas de este puto mundo, unas de las diseñadoras de modas más sofísticas y que cualquier mujer desiaria ser, además que mujer no le gustaría tener en sus manos, donde y cuando quiere con solo habrir su boca , pues te lo digo: Todas, menos yo.

De que vale tener el mundo a tus pies, si a tu lado no tienes a un hombre que te despierte con besos por la mañana y no a unos que solo salen contigo para ganar fama o un buen polvo, salir por las tardes con amigas y no con unas rubias oxigenadas que no pueden comerse un helado porque tiene no se ni cuantas calorías.

Suspiró, cojo la copa y saboreó el maravilloso vino, luego vuelvo a poner el cigarrillo en mi boca e inhaló de nuevo...

A veces pedimos fama, dinero, un cuerpo de infarto, ropa de la ultima colección, los mejores maquillajes, en fin pedimos tantas cosas que nos no detenemos en pedir lo más importante que es Amor, pues de que sirve tener todas esas cosas sino tienes personas a tu alrededor que te amen y que se preocupan por ti, pues te digo: De Nada

Si antes me hubieran dicho que esto traía como consecuencia estar sola en un grandísimo departamento, mejor no hubiese deseado tanto la fama que tengo ahora. A veces deseo poder cambiar todo el dinero que tengo por estar con alguien que me de amor hasta el día que muera, pero a veces no podemos poseer todo lo que uno quiera y sin más tenemos que aceptar nuestras vidas tal y cual es, sin devoluciones o cambios, que mal no?

Salgo de mis pensamientos al oír unos pasos hacercarse, me volteó para ver quién es y era el rubio de pelo cobrizo y ahora podía ver sus hermoso ojos avellanas, se acerca donde estoy y me dice:

- Buenos Días, Preciosa - me dice con un acento francés

- Hola, Cariño - le digo y beso sus pequeños labios.

- Quieres volver a la cama, Preciosa? - me pregunta, mordiendo el óvulo de mi oreja.

- Claro, me encantaría repetir lo de anoche - le respondo en un tono seductor, además aprovechaba y me hacían recordar lo que paso la noche anterior.

- Será todo un placer, Preciosa - me dice en mi oído y me lleva de vuelta a la habitación.

Mientras nos dirijimos a la habitación, mi mente sigue acoplándose a la idea de que debo conformarme con lo que el mundo hizo para mi y mi pervertido cuerpo ya esta listo para entregarse a esos Dioses.

Fin

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