Capítulo 20.

7.8K 442 216
                                    

Capítulo 20.

Capítulo 20

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





—¡NO! —grité.

La espada de la bruja no atravesó a Peter porque me puse en medio.

Miré hacia abajo y vi la espada atravesando mi estómago. Peter empuñó su espada y atravesó el pecho de la bruja, que se hizo hielo y se rompió en pedacitos.

Yo quité la espada de mi estómago, la tiré y caí al suelo. Peter me sujetó entre sus brazos y mis amigos y hermano se pusieron alrededor.

—_____ —dijo Peter contemplando mi rostro y bajandoa mi estómago donde tenía un agujero sangrando—,  ¿qué has hecho? —preguntó con lágrimas en los ojos.

—Salvarte, eres el rey —dije en un susurro.

—Por esa misma razón no deberías haberte puesto en medio —dijo soltando algunas lágrimas, aunque sé que no quería mostrarlas—. Te amo.

—Yo también a ti, Peter —dije y nos dimos un beso, el último beso.

Fui cerrando los ojos hasta no ver absolutamente nada, solo negro. No sentía miedo, ni dolor, no sentía nada.

Narra Peter:

Contemplé su rostro, sin expresión, su piel pálida. Su pecho dejó de moverse. Había muerto. Había perdido a mi amor, a la única persona que amaría en toda mi vida. No pude aguantar y hundí mi cara en su cabello mientras rompía en llanto.

Jason también empezó a llorar como un niño sin su mama, Susan escondió su cara en el pecho de Caspian y Lucy se abrazó a Edmund mientras todos nos sumíamos en un silencio lleno de llantos y lágrimas.

Lucy se culpaba por haber perdido su preciado jugo para curar cualquier herida, ya que sabía que eso podría haberla salvado.

Ella había muerto, y no pudimos hacer nada para evitarlo. Los soldados se acercaron a nosotros con expresiones triste y de dolor. Su jefa acababa de morir.

La cogieron entre 2 centauros y la llevaron hasta el castillo de Caspian. El camino fue silencioso, nadie dijo ni una palabra. Mi corazón estaba destrozado, roto de dolor.

No podría olvidarla nunca, ella había sido la primera, y la única. Aún no podía creerme que estuviese muerta. Que se haya ido. Ya no la volveré a ver, nunca.

Llegamos al castillo y se la llevaron para ponerla presentable para poder darle una merecida despedida. Caspian y Jason fueron a explicar a los aldeanos, que aún no sabían qué había pasado, lo que había ocurrido.

Susan y Lucy fueron a sus habitaciones y Edmund y yo nos quedamos en el balcón.

Estábamos en silencio mirando a las grandes montañas del norte. Yo tenía algunas lágrimas en los ojos y Edmund estaba destrozado. Ella era su mejor amiga.

—Aún no me lo puedo creer —dijo Edmund en voz baja—. Ya no está, se ha ido para siempre.

— Ya —dije bajando la cabeza para aguantar las lágrimas—, pero hay que asumirlo, Ed —dije intentando pensar en positivo.

Pero habiendo pasado esto no es para pensar en positivo.

—Como puede cambiar la vida en un momento —dijo Ed sorbiendo la nariz—, esta mañana estaba con _____ riendo y hablando de la estrategia de combate y ahora ya no está.

Le di un palmada en el hombro y me fui del balcón para irme a mi habitación.

Entre y lo primero que hice fue tirarme a la cama. No bajé a cenar siquiera. Tenía el estómago cerrado. Le di vueltas y más vueltas a la situación y sin encontrarle un lado bueno. Porque no lo tenía, ¿qué hay de bueno en que tu novia muera? Absolutamente nada.

De tanto pensar y soltar lágrimas me quedé dormido. A la mañana siguiente me levanté con hambre. Así que me vestí, bajé y me fui directo a la cocina.

Estaban Lucy y Susan desayunando con cara de no haber dormido en toda la noche. Me senté con ellas a desayunar. Estaban algo mejor que yo.
Después de desayunar todos nos pusimos presentables. Hoy era el funeral de _____. La despediriamos como ella se merecía.

Me vestí como mejor pude. Me miré al espejo y di el visto bueno.
Bajé y ahí estaban mis hermanas, con unos vestidos que precisamente eran los favoritos de ______. Caspian y Edmund llegaron y nos fuimos.

Salimos por las puertas y nada más dar 3 pasos un soldado vino corriendo. Tenia pinta de haber corrido bastante porque su pecho no paraba de subir y bajar. Se acercó a nosotros y habló alterado.

—Majestades —dijo como pudo intentando tomar aire—, cuerpo, _____...

—¿Qué? ¿qué pasa con _____? —pregunté preocupado.

—Su cuerpo, no está —dijo mirándonos—, ha desaparedido de la sala donde estaba.

—Llevanos allí. Ahora.

El soldado nos llevó a aquella sala, había una especia de urna enorme, donde cabría un cuerpo.
Era de piedra y para mi sorpresa, estaba rota por la mitad.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Susan, allí estaban Jason, Eustace y varios soldados centauros más.

—Estaba aquí cuando me fui, pero cuando volví no estaba —dijo Jason a punto de arrancarse los pelos de la cabeza.

—Tranquilo, Jason.

—¿Traquilo? El cuerpo de mi hermana acaba de desaparecer, ¿cómo demonios quieres que esté tranquilo? —dijo Jason histérico.

—Hay que encontrarla —dijo Lucy—, no podemos dejar que pase, tenemos que buscarla.

—Sí, Lucy, pero no sabemos nada —dijo Edmund.

—Cuando Aslan murió la mesa de piedra también se rompió. Seguro que algo tiene que ver —habló Susan entusiasmada.

—¡Claro! ¡Eso es! —dijo Lucy igual que su hermana—, cuando ______ volvió del bosque dijo que había hablado con Aslan. Puede que esté relacionado.

—Entonces, ¿quieres decir que Aslan se ha llevado el cuerpo de mi hermana? —preguntó Jason algo confundido.

—Pero, ¿por qué?









Narnia: El Retorno Helado. Peter Pevensie (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora