Hablemos de Peridot

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Nota de Autora: Bueno, es la primera vez que escribo algo que no es de Dragon Ball, así que espero que me salga bien. Hay muchas personas que pertenecen al fandom de SU y admiran mucho a esta pareja, así que, aquí, antes de comenzar con la acción, voy a comenzar con los pasados de ambas protagonistas, lo que las lleva a ser lo que son en el presente.

Capítulo 1 - Hablemos de Peridot.

La alarma sonaba estrepitosamente, difundiendo el atormentador sonido por toda la habitación. Al llegar a los oídos de Peridot, inmediatamente, el artefacto fue apagado. Seis de la mañana. Otro día del cual no esperaba más que burlas, como siempre. Eso era lo malo del colegio. Eso y las profesoras con aliento a enjuague bucal vencido.

Se levantó y se dirigió al baño para alistarse. Las clases comenzaban a las siete, pero ella quería tener tiempo para hacer tarea, o desayunar tranquilamente. Al terminar de arreglarse, fue a la cocina para prepararse una taza de café, y unos cuantos waffles. Era agradable vivir sola. Nadie le andaba atrás pidiéndole que haga esto, o lo otro. Emanciparse no le costó. Era una molestia para sus padres, y sacársela de encima fue algo bueno para ambas partes. Para la rubia, ser despreciada en la preparatoria y en su casa, era demasiado, así que recurrió a la justicia para tomar las riendas de su vida antes de tiempo.

Vivía en una mansión, ¿Cómo? Si ella no trabajaba. Aquí la explicación: Tenía una bella relación con su abuelo, su único aliado en la vida. Al estar solos en el mundo, ya que su abuela había abandonado a su esposo culpa de un atroz cáncer de pulmón, tenerse para sentirse amados era encantador. En vez de ir a su casa al término de las clases, Dottie, como la llamaba su abuelo, iba a la casa de su pariente. Allí hacía los deberes con ayuda del susodicho, un hombre muy sabio, y compartía momentos de genuina alegría con éste.

Todo fue así hasta que un infarto peligró la vida del anciano. A sus quince años, la pobre Peridot tuvo que presenciar como la vida de su abuelo se iba consumiendo en su casa y luego en el hospital. El hábito de visitarlo se mantuvo. Iba todos los días a la casa de su pariente, el cual estaba en cama debido a su salud. Ella lo cuidaba. Siguió concurriendo a la casa hasta que otro infarto se presenció. Dottie estuvo en ese momento, y con lágrimas en los ojos, llamó desesperada a la ambulancia.

El mayor había sido atendido. Sus días estaban contados. A partir de ese momento, se quedaría en el hospital, ya que había una pequeña posibilidad de erradicar la enfermedad.

El horario de visita no le alcanzaba a ninguno de los dos. De 18:30 a 21:00. Estaban acostumbrados a pasar las tardes juntos. Los fines de semana eran tormentosos y solitarios para ambos. A veces Peridot se quedaba a dormir a lo de su abuelo, y se dormían en los sillones, frente a la chimenea. Todo había cambiado. Los sábados y domingos, al no estar distrayéndose del tema de su abuelo en el colegio, se la pasaba pensando en qué haría sin su familiar. Había una pizca de esperanza en ella. Si esos eran los últimos días de él, estaba segura de que haría que fueran los mejores.

El mayor, a pesar de que estaba capacitado para leer por sí solo, le pedía a su nieta que le lea el libro que había comenzado a leer antes de los infartos. Nunca se oyó un "no" como respuesta por parte de Peridot. Era una forma de hacer que no se hable del tema muerte cuando ella lo visitaba. El libro dejó encantada a Dottie, que cada vez que visitaba al anciano, casi sin saludarlo, se ponía a leer directamente.

Un día como cualquier otro, la rubia, después del colegio, se dirigió al hospital. Estaba ansiosa por descubrir qué ocurría en el último capítulo. Hizo el recorrido hacia la habitación en donde se encontraba su abuelo, pero la cama estaba vacía. Con un llanto insostenible, verificó que sea la correcta. Efectivamente, era la habitación 72. Lo primero que hizo, fue abalanzarse sobre la camilla donde él escuchaba cómo ella le leía, y llorar desconsoladamente. Se había quedado sola. ¿Quién la salvaría de las críticas de sus padres y compañeros? ¡De las constantes burlas! ¿Quién la haría sentirse amada? ¡Acompañada!

Chica Problemática Donde viven las historias. Descúbrelo ahora