Capítulo 1: El puente

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Y ahí estaba yo, en la punta del puente más alto de mi ciudad.
Era una noche fría, el viento alborotaba mi cabello y congelaba mis mejillas, mojadas por las lágrimas que no paraban de brotar. Estaba al borde del puente, atrapada y asfixiada en medio de mis pensamientos y mis decisiones.

¿Saltar o no saltar?

Dirigí mis ojos a mis pies que estaban colgando de aquel lugar, la altura era asombrosa, podía ver mi ''final feliz'' ahi abajo, pero alejando los cliches de la realidad, no podría ver nada de no ser por las luces de los autos.
Mi respiración era cada vez más profunda, y mi corazón latía cada vez más rápido. Más sentidos, más sensaciones, más dudas, más dolor.. y más paz, sólo un poco de paz esperando florecer.

-Sabes.. no recuerdo la última vez que imaginé que los puentes tenían otra función- me interrumpió una voz desconocida y ronca.

-¿Crees que es un buen momento?- murmuré con la única fuerza que me quedaba sin siquiera mirarlo.

-¿Y cuándo lo es?- dijo sentándose a mi lado.

Suspiré.

-Si estas intentando ayudarme....-

-Sería irónico intentar ayudar a una persona que está en la misma situación que yo- me interrumpió.

Me limité a mirarlo, de alguna manera podía hacerme sentir menos sola. Sus prendas eran oscuras y sus ojos claros, su rostro estaba apenas iluminado, pero aún así se podía notar fácilmente que había estado llorando por mucho tiempo.
Lo contemplé intentando averiguar cuáles podrían ser sus motivos, sus razones para convertirse en lo más cercano que había tenido a un espejo mío.

-La última vez que vi este puente supe que tal vez la próxima vez no podría huir de él-

Dijo y noté lo mucho que habrá necesitado soltar sus cargas con alguna persona a quien no pudiera lastimar. Con un desconocido, en un bar. O en los brazos de un ser querido, con alguna excusa que podría encubrir su verdad. Pero me eligió a mi, eligió sus últimos momentos para despedirse de una persona que también lo necesitaba. Y eso, hizo que me doliera.

Lo observé llevando su mano a la cabeza, intentando acomodar un mechón que lo molestaba. La manga de su chaqueta subió un poco debido a la presión que le había aplicado, y pude ver la razón que cambió mis intenciones con él.

Al notar mis ojos posados en su muñeca, dirigió su mirada a ella.

-Mi hija- dijo como si pudiera leer mis pensamientos.

Era una pequeña pulsera, colorida e infantil, donde estaba grabada y se podía leer claramente la palabra ''padre''

Lo miré a los ojos dándole a entender una confusión, para ocultar el dolor que sentía.

-No le afectaría mi muerte, es sólo una niña-

-Ojala mi padre jamás hubiera pensado eso- confesé-

Abrió sus ojos con sorpresa.

-Lo siento- acabo de decir y sus puños se cerraron al igual que los míos, cuando suelo hacer fuerza para no llorar.

Me vi a mi misma en el lugar de todas aquellas persona que alguna vez habían intentado ayudarme. ¿Qué se suponía que tenía que decir? ¿Que iba a estar todo bien? ¿Que los problemas simplemente desaparecerían?

Suspiré y con algo de miedo acaricié su hombro.

-No es una coincidencia haber deseado toda mi vida estar en este momento con él, para decirle que no lo haga- dije casi teniendo una conversación conmigo misma- Por favor, no se lo hagas.

-Es difícil...- dijo casi sin voz.

-Lo sé, pero no le enseñes a rendirse. Sé que no quisieras que ella terminara algún día como yo-

Levantó su cabeza y volteó hacia mi. Estaba llorando. Ningún hombre más que mi padre me había mostrado su lado tan débil y roto. Limpié sus lágrimas como si fuera un niño y sus cejas comenzaron a relajarse como si hubiera revelado su peor secreto.

-Gracias- dijo forzando una sonrisa, con lo que me costaba a mi dedicársela a un desconocido.

Se levantó y sacudió el polvo de su pantalón, pero se quedó parado junto a mi.

-¿Qué sucede?- pregunté confundida.

-No creerás que te dejaré aquí, ¿verdad?-

-Yo no tengo motivos- sonreí con algo de tristeza, como si hablara del clima.

Él estiró su mano hacia mi.

-Ahora si.

Es lo que somos (Dan reynolds)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora