Duodécimo

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Entre las nubes, y la niebla,

casi no se distinguía el azul del cielo.


Por eso yo te escondía entre los rizos de mi pelo,

para que nadie viera ni tu reflejo,

porque todos añoraban el color del cielo,

y tus ojos lo contenían en cada pestañeo.




Ojos de cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora