Capitulo 40

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¿Alguna vez has corrido rápido para evitar algo?
¿Alguna vez te has sentido tan importante para no poder intentar parar algo?
¿Alguna vez te has arrepentido de no haber dicho algo?
¿Alguna vez....... Has empezado una pregunta con estas palabras?

El aire me faltaba, no sabía si me iba a desmayar, mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas, no debía de haber vuelto, me tendría que haber ido con Damian,mi cabeza comenzó a darme vueltas, él estaba ahí, su rostro, sus facciones, un poco más grande que lo recordaba pero era el, mi papá

-Hija- estiro sus brazos, tal vez para que lo abrazara

-Lárgate -comencé a gritarle- Vete, no te quiero ver

-Zami tranquila soy yo...

-Claro que eres tú, el que me hizo una promesa lo recuerdas? y no me digas Zami-mis ojos estaban llenos de lágrimas- lo recuerdas-le grite-que nunca me dejarías

-Hija...

-No, tu no, no debiste de haber vuelto, te tenías que quedar donde estabas, lejos de mi, de mi mama de todos, lejos de aquí.-se me hizo un nudo en la garganta- con tu otra familia

Subí las escaleras corriendo, mientras mi papa me gritaba para que bajara, pero que pensaba que lo iba perdonar después de 6 años que me dejo.

Azote la puerta de mi recamara y le puse seguro, él no puede estar aquí- comience a repetirme en mi mente- el no está aquí, tenía ira, tristeza recorriendo todo mi cuerpo.

Comencé a aventar todas mis cosas, no podía dejar de llorar, me deje caer en el piso y hundí mi cara entre mis rodillas

-Vete, déjame, déjame

Comencé a golpear mi cabeza contra la puerta, las lágrimas no dejaban de salir, La noche se sentía tan pesada, vacía, sin nada para mí, el significado del día a día para mí estaba acabándose, las heridas que se formaban en mi cabeza crecían a cada segundo y mi cerebro se quemaba cada vez que buscaba una respuesta para mis propias preguntas, lo que me llevaba a limitarme a solo quedarme callada, enviando todo al vació así como mi vida.

Tire un suspiro, mientras sentía la mucosa de mi nariz correr, más algunas pequeñas lagrimas más.

Escuchando mis propios gemidos, ante las culpas, el dolor pesado sobre mi corazón, ¿aún lo tenía? ¿seguía vivo? Me lo preguntaba, después de tantos golpes en mi cabeza podría sobrevivir, era como si pusieran sal a cada una de ellas cuando me recordaba las mentiras que yo misma generaba, jamás lo imagine...

-¿Puedo seguir?

Pregunte poniéndome de pie rápidamente ante el terrible mareo que comencé a presentar, mi cabeza comenzó a latir más y mi cuerpo no cedía a estar mejor, las náuseas incrementaban, corrí hasta la puerta, dándome el tiempo rápido para abrir.

-¡Papá!-grite buscándolo-. ¿Dónde estás?-porque lo buscaba a el y no a mi mama?

Corrí por las escaleras queriendo llegar a la sala, enviando un escalofrió y un hormigueo por mis palmas, sentí la boca seca, mis pies confusos seguían caminando, mi cabeza zumbaba pero tenía que llegar.

-Papá -le hable lento, sintiendo el sudor caer por mi frente-, papá te necesito.

Mis pies se entumían, mi cabeza daba vueltas y sangraba, el mareo seguía, mi cuerpo estaba tanto ligero como pesado, mis huesos parecían aplastados por una manada.


Me perdí por completo después, enviándome a la inconciencia total


Corazones SuicidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora