Capítulo 3

44 3 0
                                    

- ¡Gracias! Pero puedo levantarme sola - dije sacudiéndome el vestido que ahora estaba lleno de polvo y todo arrugado.

El señor Antonio iba a matarme.¡Por dios!¿A caso nada podía salirme bien?

- Lo siento - dijo el chico de hermosos ojos verdes.

¡Oh, cierto!Lo había olvidado.Lo miré sin decir nada y suspiré frustrada. Yo había salido como loca. No podía culparlo de nada.

- Por cierto, me llamo Federico - agregó con una amplia sonrisa.

- ¿FE-DE-RI-CO? - repetí recordando al amor de mi vida o al chico que me gusta, como quieran llamarlo.

¿Esto no puede ser una simple coincidencia, o sí?

- ¿Nos conocemos? - preguntó dudoso al ver mi reacción.

No, claro que no. No olvidaría nunca esos hermosos ojos. Pero, ¿qué pasa conmigo?¿Desde cuándo me volví tan extrovertida?

- No lo creo. - respondí aclarando mi garganta - Hasta ahora yo era la única persona torpe que conocía. Pero...

- ¿Me estás llamando torpe? - me interrumpió riendo.

¿Qué le causa tanta gracia? Rodeé los ojos y tomé valor para seguir hablando.

- ¡Sí! - asentí también con la cabeza - Ahora te agradecería que me acompañaras a esa tienda de disfraces para explicarle al dueño que tú fuiste el culpable del que el vestido se haya ensuciado. - increpé tomándolo del brazo sin darle tiempo alguno de reaccionar.

Así que lo llevé a tirones hasta la tienda.

- Lo siento. No era mi intención tirarte al piso. Pero es que tú ibas corriendo y no te vi - justificó jocosamente.

- Sí, buena excusa - respondí sonriendo falsamente.

- Ya te dije que lo siento - repitió alzando su mano en defensa propia - Además, ¿por qué una chica como tú iba corriendo así?

¡¿QUÉ?! ¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué no puedo correr y yá? ¿Qué le pasa a este?

- ¿Una chica como yo? - enfaticé enfadada - ¿Qué quieres decir con eso?

- No te enfades. Es solo que...nunca vi a una chica tan linda como vos corriendo así. No lo entiendo - culminó con una amplia sonrisa.

¿Linda yo? ¿A caso había escuchado bien o me estaba tomando el pelo? ¿Cómo podía decir eso si llevaba antifaces? Suspiré ante la confusión. Él pareció notarlo y cambio su expresión divertida.

- Bueno... - dudé en responder - Es que estaba persiguiendo un ladrón de carteras.

- ¿Qué? ¡Woow! Eso es... - se detuvo un momento para ¿analizarme? - ¡Fantástico! Yo nunca perseguí un ladrón en mi vida. ¿Te gustan las aventuras, eh? - formuló con tanto entusiasmo que me fue casi imposible no reír.

- No. - negué y entre a la tienda - Sólo estaba tratando de ayudar a la señora que fue robada.

Entonces, apareció el señor Antonio y me observó con cara de horror.

- ¿Qué sucedió? - bramó mientras visualizaba el desastre que era el vestido.

- Lo siento - solté sin más - Es que sucedió algo que es muy difícil de explicar y... - No sabía qué decir - ¡Nosotros lo lavaremos! - concluí.

Federico me miró atónito.

- ¿Lo haremos? - dudó.

El señor Antonio me observó, luego observó a Federico, después al vestido y, finalmente, volvió a mirarme.

Julicienta - Un sueño hecho realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora