- ¡Gracias! Pero puedo levantarme sola - dije sacudiéndome el vestido que ahora estaba lleno de polvo y todo arrugado.
El señor Antonio iba a matarme.¡Por dios!¿A caso nada podía salirme bien?
- Lo siento - dijo el chico de hermosos ojos verdes.
¡Oh, cierto!Lo había olvidado.Lo miré sin decir nada y suspiré frustrada. Yo había salido como loca. No podía culparlo de nada.
- Por cierto, me llamo Federico - agregó con una amplia sonrisa.
- ¿FE-DE-RI-CO? - repetí recordando al amor de mi vida o al chico que me gusta, como quieran llamarlo.
¿Esto no puede ser una simple coincidencia, o sí?
- ¿Nos conocemos? - preguntó dudoso al ver mi reacción.
No, claro que no. No olvidaría nunca esos hermosos ojos. Pero, ¿qué pasa conmigo?¿Desde cuándo me volví tan extrovertida?
- No lo creo. - respondí aclarando mi garganta - Hasta ahora yo era la única persona torpe que conocía. Pero...
- ¿Me estás llamando torpe? - me interrumpió riendo.
¿Qué le causa tanta gracia? Rodeé los ojos y tomé valor para seguir hablando.
- ¡Sí! - asentí también con la cabeza - Ahora te agradecería que me acompañaras a esa tienda de disfraces para explicarle al dueño que tú fuiste el culpable del que el vestido se haya ensuciado. - increpé tomándolo del brazo sin darle tiempo alguno de reaccionar.
Así que lo llevé a tirones hasta la tienda.
- Lo siento. No era mi intención tirarte al piso. Pero es que tú ibas corriendo y no te vi - justificó jocosamente.
- Sí, buena excusa - respondí sonriendo falsamente.
- Ya te dije que lo siento - repitió alzando su mano en defensa propia - Además, ¿por qué una chica como tú iba corriendo así?
¡¿QUÉ?! ¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué no puedo correr y yá? ¿Qué le pasa a este?
- ¿Una chica como yo? - enfaticé enfadada - ¿Qué quieres decir con eso?
- No te enfades. Es solo que...nunca vi a una chica tan linda como vos corriendo así. No lo entiendo - culminó con una amplia sonrisa.
¿Linda yo? ¿A caso había escuchado bien o me estaba tomando el pelo? ¿Cómo podía decir eso si llevaba antifaces? Suspiré ante la confusión. Él pareció notarlo y cambio su expresión divertida.
- Bueno... - dudé en responder - Es que estaba persiguiendo un ladrón de carteras.
- ¿Qué? ¡Woow! Eso es... - se detuvo un momento para ¿analizarme? - ¡Fantástico! Yo nunca perseguí un ladrón en mi vida. ¿Te gustan las aventuras, eh? - formuló con tanto entusiasmo que me fue casi imposible no reír.
- No. - negué y entre a la tienda - Sólo estaba tratando de ayudar a la señora que fue robada.
Entonces, apareció el señor Antonio y me observó con cara de horror.
- ¿Qué sucedió? - bramó mientras visualizaba el desastre que era el vestido.
- Lo siento - solté sin más - Es que sucedió algo que es muy difícil de explicar y... - No sabía qué decir - ¡Nosotros lo lavaremos! - concluí.
Federico me miró atónito.
- ¿Lo haremos? - dudó.
El señor Antonio me observó, luego observó a Federico, después al vestido y, finalmente, volvió a mirarme.

ESTÁS LEYENDO
Julicienta - Un sueño hecho realidad.
Teen FictionJohana es una tímida pero encantadora adolescente de 16 años que sueña con actuar en obras de teatro, ser novia del chico más popular del colegio y que su madre pueda comprar una casa para que ya no tengan que alquilar. Pero, tras un desafortunado e...