Capítulo 4

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- ¡Woow!-dije maravillada- ¡Es bellísimo!

Su dormitorio era enorme. Una habitación repleta de cosas que jamás pensé que podrían existir. Un tocador repleto de todo tipo de cremas y maquillaje, con un enorme espejo perfectamente lustrado. Una cama de dos plazas y media llena de cobijas y sábanas de seda color rosa. Bueno, la decoración de la habitación era toda en blanco, rosa y dorado. Aunque lo que más captó mi atención fue su enooorme armario con más de doscientos pares de zapatos y más de quinientas perchas llenas de vestidos de fiesta. ¡WOOW!

- Lo sé. Yo misma lo decoré con algo de ayuda profesional, obvio- contestó acomodándose su larga, rubia y enrulada cabellera- Entre nos...-susurró como si quisiera contarme un secreto- He decorado cada rincón de esta casa. ¿Fabuloso, no?-finalizó afirmando más que preguntando.

-Claro...-concordé con una falsa sonrisa. No sé por qué pero sentía que no debía quedar mal con esta chica.

-Y bien... ¿Cómo te llamas?

-Jo...Johana- medio tartamudeé.

-Bien, yo me llamo Sheila. Sheila Lamas Lombardi. Pero puedes decirme señorita Sheila- expresó guiñándome un ojo.

Woow... Ese sí que era un trato de confianza... Otra rubia... Detuve mis pensamientos y la observé con detención. Estaba buscando en su agenda el vestido que quería que diseñara para su fiesta.

-Por cierto...-se detuvo un momento para ¿analizarme?

¡Qué pesada! Su mirada era casi de asco. Bien, no soy la típica chica que le gusta pasar tres horas frente a un espejo pero... ¿A quién engaño? ¡Soy un desastre!

- ¿Quién eligió tu nombre? ¿Tu peor enemigo?-rió a carcajadas y sentí cómo mis mejillas hervían ante su burla- Es broma- aclaró sin más- En serio, no está tan mal.

Volvió la vista a su agenda y supuse que estaba esperando una respuesta. Suspiré.

-El nombre lo eligió mi mamá en honor a mi abuela.

Ella me observó algo diferente, como si intentara comprender algo. Incluso abrió sus labios para hablar pero fue interrumpida por el ringtone de Poker Face (Lady Gaga).

-Un momento- se medio disculpó, me dio la agenda para que visualizara el vestido y atendió su celular.

Realmente era un vestido hermoso. Me había quedado sin palabras. Brillo sutil y pequeñas perlas cubrían el escote recto. Adherido al cuerpo por completo. Con la figura que Sheila poseía podría lucirlo sin problema alguna. El color era verde agua. Perfecto. Simple y jodidamente perfecto.


***

-¿Cómo van los preparativos de la fiesta?- preguntó Berta tomando un poco de té.

- Bien. Solo me faltan los decoradores del salón y...

-¡Pero si eso es fundamental, Marta!- refutó alterada.

-Lo sé, pero es que...

-Oh, no. Ya mismo llamo a los mejores decoradores del país. ¿Qué digo del país? ¡Del MUNDO!- espetó sin que Marta pudiese explicarse.

En ese momento la puerta de la oficina se abre y el rostro perfecto de Sheila se deja ver.

- Permiso, Berta- se excusa la hermosa rubia- ¡Tengo una excelente noticia!-agrega con felicidad.

-¿Qué sucede?- interroga Berta sin entender demasiado.

-¡Marta sí que es eficiente!- prosigue guiñándole un ojo.

Julicienta - Un sueño hecho realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora