Capítulo 1

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Todo comenzó hace una semana atrás...

Estábamos mi mamá, Marta, y yo, Johana, en mi casa como de costumbre. Ella preparaba la cena mientras yo terminaba de bañarme, ya que recién había llegado de la clase de teatro. Amaba la actuación más que a nada en el mundo.

Cuando terminé de bañarme, me dirigí a la cocina. Mmm... El aroma a salsa de cebolla casera invadió mis fosas nasales. Mamá seguía muy concentrada con su menú. Cada noche preparaba algo especial. Le encantaba innovar.Era una especie de artista culinaria.

Tomé un poco de pan de la mesada y me acerqué a la cocinilla, quería robar un poco de salsa para degustar. Pero apenas me acerqué a mamá,pude notar que sus ojos estaban rojos. Y no se trataba solo de una reacción típica por la cebolla que estaba picando, sino que había algo más. De eso estaba segura. Mamá jamás podía engañarme con esas cosas. Habíamos pasado por muchos momentos las dos solas, así que la conocía mejor que nadie en la faz de la tierra.

Suspiré mientras acumulaba fuerza suficiente para hablar con ella. Debía tener mucho tacto si quería que me contara lo que realmente le sucedía.

 - ¿Qué te pasa, mamá?

 -Nada- respondió mientras limpiaba sus lágrimas con el puño de su remera - Es solo la cebolla.

 - ¿Estás segura que es por eso?- dije son creerle demasiado- ¿O fue por la llamada telefónica que recibiste mientras me estaba bañando?

 - Sí, cariño. Es solo por la cebolla-- colocando la cebolla picada en la olla con aceite y luego se dirige hacia mí- ¿Cómo te fue hoy en tu clase de teatro?

 - Bien. Hicimos lo de siempre. Yo me encargué del vestuario de los chicos, mientras Federico y Meredy ensayaban la obra.

 - ¿Por qué no quisiste ser Julieta?

 - ¡¿Por qué?!- enfaticé agitando ambas manos.

Esa pregunta me la hacía permanentemente y siempre llegaba a la misma conclusión: Por cobarde, obvio. Me daba pánico lidiar con tanta gente observándome. Además, no poseía la cualidad principal de Julieta. Punto.

 - ¿Y...?- insistió mamá.

 - ¡Fácil!- ironicé- No me presenté porque si yo fuese Julieta, Federico jamás hubiese aceptado ser Romeo- dije mientras me sentaba y servía un vaso con agua- Además, nadie me lo propuso- admití completamente resignada.

 - ¡Pero porque tú no te postulaste!

 - Tal vez sea por eso...-- suspiré-- Pero, qué más da. Ellos son Romeo y Julieta, y yo simplemente soy la modista.

***

Corrí a mi cuarto. Busqué en mi cajón una foto de mi abuelo y me senté sobre el borde de la cama. Suspiré mientras abrazaba su fotografía. Lo extrañaba mucho. Extrañaba que estuviese allí para cumplir su rol de padre conmigo. Extrañaba que me preparara chocolatada caliente cuando estaba triste o magdalenas cuando me sentía muy feliz.

"Solo tú me dabas fuerzas para superar esto que soy", decía mi inconsciente mientras observaba mi delgada silueta en el espejo: dos largas trenzas castañas cayendo a ambos lados de mi cabeza; un rostro pálido y pecoso; anteojos al mejor estilo Harry Pottery una sonrisa triste, oculta tras mis grisáceos brackets.

"Solo tú me dabas fuerzas para superar esto que soy: un patito feo",volvía a recordarme esa parte de mí que no me guardaba ni una gota de piedad o lástima.

No pude evitar romper en un mar de lágrimas. Odiaba cada átomo de mi cuerpo. Odiaba no poder gustarle a Federico. Era completamente consciente de que jamás se fijaría en mí. Jamás sentiría lo mismo que yo sentía por él. Jamás...

Julicienta - Un sueño hecho realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora