La cicatriz

15 0 0
                                    

Mi pasión por la vida no es la que todos pensaban, yo sólo tuve una mala experiencia como adolecente y gracias a eso mi mente me juega sucio.

Cada vez que intento probar un bocado escucho a Heisel diciendo lo que siempre soltaba cuando me veía comiendo -Es hora nena...
Esas palabras las repetía cuando quería divertirse obligándome a vomitar.

He despertado completamente y estoy en la misma habitación donde me encuentro cada vez que mi cuerpo no puede más, pasa un rato y mi mente está en blanco. Siento que alguien se acerca ¿Quién será?

Después de nisiquiera tocar entra un alto y corpulento hombre, pálido como la nieve, cabello oscuro como la noche, unos enormes y hermosos ojos café y con los labios pequeños y rojos como la sangre.

-¿Quién eres tú? ¿Por qué no has tocado?

- Adams, pensé que estabas dormida, quería saber como estabas.

-¿Por qué?

-me interesa saber todo de usted.

Al escuchar esas palabras mis ojos deciden encontrar la mirada del apuesto hombre que se encuentra justo en frente de mí, no tengo la costumbre de mirar a las personas mientras hablo, pero por alguna absurda razón a este hombre ya lo miré dos veces a los ojos.

-¿Qué haces aquí?

-ya te he dicho, estoy acá porque debía verte

-¿Quién te habló de mí?, ¿Eres un acosador acaso?

Estoy comenzando a enojarme, esa tranquila mirada y su voz tan sensual al hablar me enojan... está invadiendo mi espacio y me asusta, en serio lo hace.

-Oye Adams, no sé que es lo que quieres, ya dije que no debes preocuparte por los daños de mi auto si has buscado mi persona para correr con los gastos... Estoy incómoda con tú presencia acá porque no te conozco, así que por favor ...

Interrumpen mis palabras unas manos muy cálidas en mi espalda, rozan suavemente la palma con la áspera tela de la bata clínica.

-¿Qué demonios estas haciendo? Llamaré a seguridad, tú no sabes quién soy y...

Y mis alterados grititos son interrumpidos por las mismas manos saliendo del apretado lugar donde estaban, estoy acostada en la cama y es un poco difícil ignorar esas manos, salen de la espalda y ahora pasan al centro del pecho, suben hasta llegar a las clavículas, luego se devuelven y hacen parada para tocar los brazos, se deslizan por ellos llegando a las manos.

-¿Por qué te haces esto? Eres una hermosa chica, ¿Por qué te estás matando? Se sienten todos tus huesos, estas muriendo, ¿Si sabes que eso es lo que te espera, no? Anna, debes dejar el vicio.

Tengo la cara muy roja, creo que esto me ha dado mucha pena. No puedo contestar todo lo que preguntó, así que decido agachar la cabeza y recordar sus manos tocandome.

-mañana pasaré a verte temprano, cuídate, deseo verte fuerte ¿Entiendes?.

Asiento con la cabeza y se pasa por mi cabeza la posibilidad de que esto sea real, la verdad es que este tipo es muy extraño y actúa como si supiera todo de mí.

No quiero sufrir másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora