Adiós al Instituto [Corazón de Melón]

5. Con esos músculos ya no cabes en el clóset

Los cabellos marrones hacían que a Alexy le diera picazón en el cuello y se le empezara a adormecer el brazo sobre el que se recostaba su novio. Habían ido a una mesa que quedaba más alejada de los reflectores y el alboroto. Kentin alegaba tener un ligero dolor de cabeza pero se notaba que eran meras ganas de dormir. A pesar de que Alexy se ofreció a llevarlo a casa, él se negó, diciendo que quería pasar más tiempo con el peliazul.

― Kentin... ―empezó a llamarlo Alexy, aprovechando para acomodarle los cabellos que le caían por el rostro―. No te vayas a dormir aquí.

En respuesta, Kentin hizo balbuceos de algo que sonó como "No me estoy durmiendo" y se arrimó más al ojirosa, pasando su brazo perezoso por el vientre de Alexy.

― Vamos, Kentin, tú eres el fortachón aquí, yo no puedo llevarte a casa entre mis brazos ―dijo Alexy, tomando a su novio por los hombros y recostándolo contra el sillón.

― Apuesto a que sí puedes ―aseguró, abriendo sus ojos verdes con lentitud y frotándolos con el dorso de su mano.

― Lo sé. Pero me gusta más cuando eres tú el que me carga ―confesó Alexy con una brillante sonrisa. Luego agarró una botella de agua que se encontraba sobre la baja mesa y se la tendió a Kentin, quien se bebió la mitad de golpe.

― Será mejor que vayamos a bailar antes de que vuelvan a poner esa música de la época de las cavernas.

Ambos se pusieron de pie y empezaron a caminar hacia la pista donde ahora se encontraban al menos la mitad de los estudiantes bailando en parejas la música algo lenta que sonaba de fondo.

Se adentraron entre las personas y empezaron a "bailar" como un par de tontos risueños. Por supuesto, Kentin parecía mucho más rígido, no obstante, Alexy le hacía dar un montón de volteretas y movimientos exagerados que los diferenciaban de los otros bailarines.

Alexy vio a Castiel y a Nathaniel por el rabillo del ojo, se giró a verlos y se quedó observando por un rato. Estaban meciéndose con suavidad, los cuerpos bien juntos y las frentes unidas, una de las manos entrelazadas con las del otro; la derecha de Castiel sobre la cadera del rubio y la izquierda de Nathaniel en el cuello del pelirrojo.

Nathaniel tenía la mirada baja hacia sus pies, como si se fuera a equivocar en sus pasos si dejaba de contemplarlos. Castiel parecía haber dicho algún comentario al respecto, puesto que el rubio levantó sus ojos ámbar hacia él con ese típico gesto de reproche e incomodidad. El pelirrojo respondió a algo que manifestó Nathaniel con una sonrisa burlona y un beso suave y sin embargo prolongado en el que sólo movían sus labios contra los del otro.

Sonriendo inconscientemente, Alexy volvió su mirada hacia su propio novio, sintiendo que observar a ese par mientras se besaban era una total violación a su privacidad.

Cuando se fijó en Kentin, notó que él todavía observaba a la pareja con una expresión que combinaba alegría y tristeza, pero sobre todo anhelo.

Alexy supo exactamente qué estaba pasando por esa cabeza, ya que él también se sentía de la misma manera. ¿Por qué ellos no podían ser así? ¿Por qué no podían ser ellos los que se susurraban entre beso y beso? Parecía una aspiración muy cursi, mas era lo que deseaban internamente.

― Kentin ―le llamó Alexy con delicadeza, y éste se giró hacia él, dirigiéndole una sonrisa triste que por poco le rompe el corazón.

Por impulso, Alexy tomó a Kentin por el brazo y empezó a jalarlo hacia la salida, esquivando a muchas personas en el camino, entre ellas una Violeta que se reía como pocas veces lo hacía mientras bailaba alegremente con Kim. Kentin pudo echar un vistazo hacia Armin y Lysandro que se encontraban juntos ―tal vez demasiado―, jugando con el Nintendo del pelinegro antes de que Alexy lo sacara del salón y lo arrastrara hasta que los dos quedaban ocultos tras una columna.