Entramos a la gran casa, estaba repleta de personas; quienes se percataron de mi presencia se acercaron a saludarme, a lo lejos vi a Alejandro corriendo hacia donde estaba.
Iniciamos a hablar o más bien a gritar, dado a que el nivel de la música combinado con lo que decían las otras personas no nos permitía escucharnos fácilmente.
-Llegaste.
-Por supuesto que llegue. Se supone que está es mi fiesta.
-Por supuesto. -Dijo con media sonrisa.
-Invitaste a mucha gente, no sólo a los chicos.
-Solamente pensé que debido al alto cargo que vas a ocupar, debías tener una bienvenida a lo grande.
-¿Algo así como una entrada triunfal? -Dije sonriendo.
-Algo así.
De repente sentí una mano que me acariciaba la espalda de una manera familiar, volteé rápidamente y me encontré con esos ojos que hacía tanto no había visto.
-¿Laura?
-La misma.
La morena que por tanto tiempo había sido mi novia, llevaba puesto un vestido blanco holgado que realzaba el color de su piel, esos ojos verdes casi imposibles de encontrar en una persona como ella. Aunque ya no fuéramos nada, aunque ya no me atrajera, debía reconocer que se veía bastante bien.
--Te... te ves preciosa. -Dije un poco tímido.
-Jajajaja. Gracias, no has cambiado nada; o bueno tal vez si. -Dijo sin ruborizarse, mientras se arreglaba el cabello. La estaba intimidando, es lo que ella hace cuando se siente intimidada.
-Pues ya verás, el aire de otras naciones ayuda a crecer.
Sin darnos cuenta ya nos habíamos acercado más, había dejada a Alejandro a un lado.
-Vo... voy a continuar saludando a los invitados, disculpa.
-Tranquilo, eso de ser anfitrión de algo tan grande ha de ser duro.
Continúe mi camino saludando a varias personas, muchas de ellas no conocidas.
Eran ya más de las 11PM cuando vi a mis padres entrando, por la expresión que traía mi padre en su rostro era evidente que no se sentía a gusto, pero lo disimulaba saludando a sus conocidos; por su parte mi madre se veía realmente orgullosa, saludaba a los invitados y sonreía todo el tiempo. Lo que tenían en común era que ambos presumían tener a un hijo que a tan corta edad ya había sido contratado como alto consejero.
De repente apareció Alejandro y se me acerco al oído.
-Sígueme, tengo algo que decirte.
Me sujeto de la mano y me arrastró hasta una de las habitaciones del segundo piso, mi corazón se aceleró tanto que pensé que se me iba a salir. ¿Será que siente lo mismo que yo?¿Le parezco atractivo?
-Ya suéltame. Dije serio. -¿Qué es eso tan importante que tienes para decirme?
-Esta tarde te mentí en la playa.
-¿Qué?¿A qué te refieres?
-Cuando me preguntaste por si había ocurrido algo interesante mientras no estabas.
Se veía nervioso, era un maestro en ocultar sus emociones pero esta vez estaba fracasando.
-Jajajaja, eso ya no importa. Ven vamos a bailar un rato. -Dije mientras me dirigía decepcionado a la puerta de la habitación.
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No Importa Cuanto.
Teen FictionMuchas veces criticamos a aquellas personas a las que tachados de "desalmadas", pero ignoramos que quizá sean ellas las que tengan más alma que cualquiera; pero prefieren ocultarla por el hecho de que sienten más que una persona ordinaria. No import...