"Madurando y desgastando."

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"La felicidad no dura para siempre."

Mi cabeza daba muchas vueltas y no sabía por qué.

Ya habian pasado 7 años. Seguía yendo a la casa de Michael para verlo crecer tanto en su carrera como él.

Mientras él maduraba, yo me desgastaba.

Me levanté de la comodidad de mi cama y comencé a vestirme con un pantalón negro, una camisa azul marino de manga larga y mi sombrero sin ponerme los zapatos. Hoy tenía ganas de estar al aire libre para calmar mi dolor de cabeza.

Salí de mi habitación y caminé por los enormes pasillos hasta llegar al enorme jardín y encontrar un columpio que se encontraba con hermosos árboles alrededor.

-Las maravillas de la naturaleza.-Murmuré para mi mismo y tomé asiento, con los pies me impulsaba lento y después más fuerte hasta sentir el aire fresco en mi rostro. Esto realmente me relajaba.

Michael ya tenía 12 años cumplidos y yo 41.

Las cosas en lugar de volverse fáciles, se hacían cada vez más difíciles.

Había comenzado a investigar sobre lo de las máquinas y viajes en el tiempo en libros de mi biblioteca. Según de lo que encontré, se dice que puedo cambiar por completo el futuro si Michael se llega a acordar de mí (eso suena tan raro hasta para mí). Lo venía pensando ya desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, siempre había algo que me impedía tomar esa decisión.

"-Me alegra saber que tú eres el único que no me rompería una promesa.-Comentó Michael, abrazandome de la nada."

Mi visión se volvió borrosa por un momento, hasta que cerré los ojos y las primeras lagrimas caían por mi rostro, aterrizando en el suelo y desapareciendo en la tierra.

Yo no quería romper la promesa de estar siempre a su lado.

No me gusta ser ese tipo de persona que va por la vida ilusionando a la gente con promesas que se quedan en el olvido.

Desearía nunca haber encontrado aquella máquina en mi sótano, pero no me arrepiento de haber querido alcanzar la felicidad teniendo un amigo de verdad.

Sabía que de ahora en adelante, Peter estaría siempre en mi corazón. Ya no solo sería Peter Pan.

Sería Peter, mi único verdadero amigo.

Limpié con las mangas de mi camisa mis lagrimas y respiré hondo varias veces para calmarme. Me acomodé el sombrero y comencé a caminar de vuelta a casa para terminar con todo esto.

Tenía que dejar de ver a pequeño Michael.

"—Hubiera preferido que tú fueras mi padre."

Por favor no...

"—Gracias a tí, sé lo que quiero hacer de grade, será ayudar a las personas que más necesiten mi ayuda."

Basta...

"—Todos debemos estar agarrados de las manos y no llevar armas en ellas."

No puedo soportarlo...pensar más en mi pequeño yo, hace que mi garganta queme por dentro.

Tenía que dejar que Michael hiciera su camino sin mi ayuda. Si lo hice una vez, podría hacerlo de nuevo.

Hoy sería el día en el que le daría fin a Peter y Michael...para que sólo sea Michael jackson.

Su legado tenía que empezar y el mío tenía que terminar.

Me dí cuenta que en verdad, yo no podía ser Peter Pan y dejar de crecer para quedarme como niño por siempre, sin ver la crueldad en el mundo. Cada día más, sentía que perdía mi esperanza en la humanidad aunque no lo demostrara, si yo no me mostraba creyente ¿Quién más lo haría?

Solo soy un soñador más.

Espero que Michael logre algún cambio pronto.

Siento que cada día más que pasa, yo me voy sintiendo más y más cansado de esto. Debía tener ya fin esta loca y rara historia que había comenzado.

Aunque eso signifique romper dos corazones de una misma persona.

La Historia de Peter y Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora