"No es malo sonreír de vez en cuando."

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-¡Peter!-Michael abrazó mi torso y yo le acaricié su pequeña cabeza, dedicandole una sonrisa.

Michael se encontraba usando un sueter de lana color rojo (lo gracioso es que yo estaba usando uno igual) ¿La causa? Hoy era 24 de diciembre.

Navidad.

Realmente, hoy no tenía nada que hacer solo presentarme en concierto e irme directo a casa para descansar. Nunca he celebrado la navidad correctamente.

-Hola Michael ¿Cómo estás?

-¡Estoy muy felíz! Hoy es 24 de diciembre.

-¿Estás emocionado por la navidad?

Michael niega con la cabeza y corre hacía la ventana para mirar hacía fuera. Camino hasta la cama y me siento, esperando su respuesta.

-Es que hay mucha nieve afuera y me gusta verla caer.-Voltea hacía mi y sonríe.

Había olvidado por completo que de niño amaba ver caer la nieve. Ahora solo me daba un poco igual aunque seguía disfrutando un poco ver nevar en donde sea que me encontraba. Era de ciertas formas tranquilizante y hasta me llegaba a inspirar mucho.

-No escucho nada de ruido en tu casa ¿Acaso estás solo?-Quería hacer memoria pero no podía recordar este día.

-Sip, estoy solo todos salieron a comprar algo para comer en la noche.-Asiento ante su respuesta-Claro que no será una cena de navidad, solo una normal como si fuera cualquier día.

Claro. Ya se el por qué no recuerdo este día. No lo recuerdo porque es como si fuera otro día normal en mi vida sin festividades de por medio.

-¿En realidad no te importa no celebrar la navidad?-Michael voltea a verme con una media sonrisa.

-Supongo que es la costumbre no celebrarla como se debe, solo comemos en familia y después nos vamos a la cama.

Sentía cierta tristeza en su voz. Es que ¡es solo un niño! Debe divertirse como se debe, yo debía divertirme como alguien de mi edad y no crecer tan rápido.

-A veces me pregunto, cómo sería mi vida si fuera otra persona ¿sería más felíz o seguiría siendo solitario y triste?

Creo que seríamos más felices.

-Michael...

Michael se giró para verme, con sus ojos cristalizados como si estuviera a punto de llorar.

-Peter...¿Puedes darme un abrazo?-La primera lagrima cae por su mejilla.

No le dí una respuesta y caminé hacía él para envolverlo en mis brazos. Comenzó a sollozar en mi hombro y se aferró a mí como si su vida dependiera de ello ¿Cuántas veces aguantaba el dolor, ocultandolo en una sonrisa? No quería pasar por lo mismo, no podía dejar que mi pequeño yo sufriera todo lo que he estado sufriendo yo. El nudo en mi garganta picaba y dolía mucho, estaba a punto de derrumbarme ante él. Todo lo que no quería, iba a pasar.

-Michael...¿Quisieras jugar afuera en la nieve?-Pregunté, conservando el tono dulce en mi voz. Michael dejó de hipar y me miró ahora sonriendo.

Asintió freneticamente y corrió a buscar en su cajón unos guantes color azul y se colocó otro sueter más grande encima del rojo.

-¿Tú estas bien así? No quiero que te enfermes.

Sonreí.-Estoy bien, vamos.

Le tomé de la mano y salimos de su cuarto. Traté de no mirar mucho lo que fué antes mi casa para no llenarme de recuerdos que no quiero recordar ahora para no sentirme mal y arruinar mi estado de animo con Michael.

-¿Haz jugado en la nieve?-Pregunto, abriendo la puerta y sin dejar de tomar la pequeña mano de Michael.

-He querido hacerlo desde hace mucho tiempo pero nadie ha querido jugar conmigo.-Hace un puchero.

-Bueno, hoy es tu día de suerte.-Sonrío y salgo corriendo, tomando en mis manos una bola de nieve.

Michael me imita y sale corriendo detrás de mí, aventando la bola de nieve que impacta en mi espalda.

-Oh, no acabas de hacer eso.-Lo miro con una sonrisa maliciosa en mis brazos y el sale corriendo hacía un árbol, riendo a carcajadas.

Al llegar, lancé la bola de nieve a la espalda de Michael y corrí en dirección contraria sin dejar de reír. Ambos terminamos con nieve en todos lados pero tengo que decir que valió la pena.

Hicimos figuras y ángeles de nieve cuando terminamos de jugar. Decidí que ya era hora de entrar a casa cuando lo escuché estornudar, me dispuse a hacerle un poco de chocolate caliente con los ingredientes que encontré en la cocina.

-Ya sabes, si preguntan quién lo hizo, fuiste tú.-Michael asiente, sonriendome. Río al ver que tiene un pequeño bigote de chocolate en sus labios.

Tomo del mío y Michael se carcajea al ver ahora mi bigote de chocolate.

-Peter...¿puedo preguntarte algo?

-Claro, lo que sea.

-¿Es normal que te salgan manchas blancas en la piel?

Ya estaba empezando.

-No es normal Michael...¿ya le haz dicho a Joseph y a tu madre sobre eso?-Michael niega con la cabeza y suspira.

-Temo que se enojen conmigo por eso.

-Oh Michael, claro que no se van a enojar. Ellos van a saber que hacer con ese problema.-Acaricio su cabeza y él me sonríe más tranquilo.

-¿No me va a pasar nada malo, verdad?

Aguantar las críticas de los demás.

-Nada malo va a pasarte, tranquilo.-Lavo los vasos y los coloco en los estantes. Escucho a Michael reir por lo bajo.-¿Qué ocurre?

-Te veías muy gracioso con el bigote de chocolate, Peter.-Vuelve a carcajearse y me uno a su risa.-Hoy haz estado muy felíz ¿Por qué? -Inquiere, curioso.

-Pequeño Michael, debes saber que no es malo sonreír de vez en cuando.

La Historia de Peter y Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora