Apenas anochecía mi amigo y yo fuimos a nuestra guarida, se ubicaba en un parque abandonado a las afueras de los suburbios. Nos escondíamos en un tronco del tamaño de mi habitación, y teníamos nuestras instalaciones allí, un sillón, revistas, etc.
Conversábamos toda la noche cuando íbamos, y una noche me preguntó si estaba interesado románticamente en alguien, a lo cual contesté que no, que el amor era para la gente que soportaba la soledad, y la soledad era mi peor enemiga.