12: Dejando atrás todo y a todos

50 3 1
                                    

Al día siguiente...

-- Ya me voy - entro a la sala donde mis padres están sentados en el sillón frente a unos papeles, me acerco y deposito un beso en la frente de mi madre como despedida pero ella me detiene agarrándome del brazo suavemente.

-- Cariño siéntate, necesitamos hablar contigo - sin protestar tomo asiento a su lado, ellos se miran entre si dándose permiso para hablar, esto cada vez me pone más nerviosa, cada vez que hacen eso es para darme una noticia no muy buena que digamos

-- Sabes que ya no tenemos mucho dinero ¿verdad?

-- Claro, pero espero que esto no sea para decirme que tú vas a trabajar porque no lo permitiré, si quiero yo puedo buscar otro empleo y...

-- No. Ya tenemos otra solución - intervine mi padre

-- ¿otra solución? ¿para qué necesitamos una solución? - mi madre revuelve sus manos nerviosa, mira a mi padre y este asiente

-- Para nuestro problema económico - responde , sonrío

-- Esa es una buena noticia ¿no?

-- La cuestión es cómo te lo vas a tomar tú - contesta mi padre sonriendo nerviosamente para calmar el ambiente

-- Me están confundiendo, ya díganme la verdad, sin rodeos - mi madre suelta un gran suspiro y sus azules ojos se posan en los míos.

-- Vendimos la hacienda, nos mudamos - dice mi madre, de pronto ya no escuche nada más, lo único que rondaba por mi cabeza era la palabra"mudanza" eso era igual a irme de mi pueblo, a dejar a todo lo que amo. Esto no puede estar pasando, esto debe ser un sueño.

Salto de mi asiento en un acto desesperado por saber si esto es una horrible pesadilla, paso mis manos por mi cara desesperadamente, miro a mis padres

-- ¿Qué? Por favor díganme que no hablan enserio - mi madre me desvía la mirada y ahora es mi padre quien se para frente mío.

-- De verdad lo siento Sabrina pero es verdad, de hecho ya está vendida.- lo miro incrédula, ¿Qué?

-- ¿Cómo? y a esta hora me lo dicen, ¿Por qué la vendieron?- escucho pequeños sollozos de parte de mi madre, mi padre toma asiento a su lado para calmarla

-- Porque ya la hacienda no tiene la misma productividad que antes, yo ya no puedo trabajar, tengo que cuidar de tu madre y con la hacienda activa no lo puedo hacer. El dinero de la hacienda es muy bueno y nos servirá para unos años de tratamiento para tu madre, además de que nos queda algo para comprar una pequeña casa en la ciudad donde nos podamos instalar.

-- ¿Nos iremos a Boston? - pregunté temiendo su respuesta, aunque creo que ya la sé.

-- Sí. Tu madre necesita estar haya para recibir sus quimioterapias ¿sabes cuánto tiempo nos demoramos de aquí a Boston? ¿Cuánta gasolina gastamos en todos esos viajes? Ya no podemos darnos esos lujos hija, necesitamos estar más cerca para gastar menos dinero en el transporte o por si en algún momento le da un ataque a tu madre, es muy beneficiosos para ella; por eso decidimos mudarnos y vender la hacienda.

¡No puedo irme! ¿Que pasará con dady, con mis amigos, con mi vida?

Sin poder retenerme lágrimas silenciosas resbalaban por mi rostro.

¿Qué pasará ahora conmigo? ¡No conozco a nadie haya! las pocas veces que he ido me he dado cuenta que prefiero millones de veces mi pasto verde y mis botas de hule que los tacones y el asfalto de las ciudades, las grandes instituciones hechas de cemento que por lo menos ocupaban una cuadra ¡me perderé en ese montón de calles! Con ese montón de gente atareada caminando de un lado a otro sin mirar a ningún lado, nunca me ha gustado estar rodeada de mucha gente, simplemente no me veo a mi en una ciudad.

JUNTO A TI SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora