-Capítulo 28-

17 6 3
                                    

Después de todo, termino con mi padre. Sabía desde un principio que acabaría con él. Yo no puedo evitarlo, pero intento... No sé, convencerme de que tengo posibilidades de seguir en casa de Sara hasta que vuelva mi madre.
Le doy la dirección de mi padre, que me había enviado por whatsapp hace un momento, a la madre de Sara y las dos me acompañaron hasta allí.

-Muchas gracias por traerme, Mireia -Digo bajándome de su coche.

-No hay de qué cariño.

Ojalá mi padre fuera como la madre de Sara.
Siempre dispuesta a ayudar, poniendo a los demás por delante de ella, intentando hacer más de la cuenta... Justo lo contrario que mi padre.

-Intenta ser positiva -Me intenta animar Sara.

Suspiro.
Será muy difícil ser positiva con él y su novia ramera en la misma casa.

Alargo mi despedida lo más que puedo hasta que me entra un mensaje de mi padre preguntándome donde estoy.

Camino unos pasos hasta las puertas del edificio, y sale un chico joven muy alto que me abre la puerta.

-Hola, ¿vives aquí? -susurra como si estuviera hablando con un asesino.

-Eh, mi padre vive aquí. Vengo de visita -contesto enseñándole mis maletas.

-Ah. Mucho gusto, soy Dylan -dice sonriendo.

-Bella -digo a mi turno y sonriendo.

Conocer a alguien me viene bien, no sé cuanto tardará mi madre.
Lo que tengo que averiguar.

-No se te ve muy animada -suelta divertido Dylan.

-¿No? Vaya, me va a costar convencerlo -río.

-Tengo prisa, pero si te quedas aquí ¿Nos veremos, verdad?- dice sonriendo. -Por favooor. - ríe.

-Claro. -Sonrío y nos despedimos.

Mi padre sigue mandando mensajes, y yo paso de él.
Ya estoy cogiendo el ascensor, por torturarlo un poco más no pasa nada.

El rellano del piso de mi padre es muy grande. Tiene en frente una consulta, por lo que hay unos bancos para la gente que tiene que esperar.

Me siento en uno, ya que están vacíos y espero un poco.

La última vez que vi a mi padre fue en navidad del año anterior.
Fue cuando me presentó a... ¿Marisa? Su novia.
A mi madre le sentó muy mal que hubiera venido a mi casa el día de navidad solo para presentarnosla.
No me cayó muy bien, pero me daba igual con quien estaba mi padre. Ahora no, ya que tenía que quedarme unos días con ella.
La puerta de la consulta se abrió y me sorprendió muchísimo ver a Derek saliendo de ella.

-¿Q-Qué haces aquí? -tartamudeo poniéndome de pie.

-¿Qué haces tú aquí? -Pregunta él con tono de mala leche.

-Aquí vive mi padre, me voy a quedar unos días con él. ¿Me contestas tú ahora?

No entiendo porqué parece que estamos enfadados. No nos ha pasado nada, quizás es porque ambos estamos de mal humor.

-Tenía cita con el ortopedista. No me dijiste que te ibas con tu padre.

-Ni tú que tenías que ir al ortopedista- contraataco.

Hay un largo silencio. Realmente largo, en el que no parábamos de mirarnos como disculpándonos por la manera en la que acabamos de hablar.

Abrí la boca para decir algo, pero el sonido de la puerta de mi padre abriéndose me lo impidió.

-Iba a salir a buscarte si no venías. ¿Quién es él? -Preguntó con expresión de preocupado.

-Es... -comencé a decir.

-Soy Derek, su novio. -soltó y se puso a mi lado.

Abrí los ojos como platos mirando a mi padre, intentando no mirarlo a él.

"Su novio" no dejaba de sonar en mi cabeza. Una vez más, me había enamorado otra vez de él.

***

Sentía como mariposas en el estómago cada vez que pensaba en ello.
Nos nos conocíamos tanto. ¿Por qué había dicho eso?
No me importaba, solo quería poder gritar al mundo que él había dicho eso.
Mi relación con Derek había cambiado tanto en tan poco tiempo... Parecía que iba a mejor, pero conociéndome, podía arruinar todo en un instante.

-¿Te vas a terminar eso? -pregunta mi padre señalando la taza de su equipo de fútbol favorito, que contiene algo parecido a manzanilla.

-Eh... -bajo la vista para mirar cuanto me queda. -Sí -respondo fría.

Nunca me he llevado muy bien con mi padre, pero sí quiero que eso cambie.
De pequeña, envidiaba a los niños que eran recogidos de la escuela por sus maravillosos padres, los que eran llevados al cine y a comer helado por sus padres, los que simplemente tenían un padre, porque, aunque yo lo tenía, parecía que no era así.

-Marisa ha ido a hacer unas compras, volverá en cualquier momento.

-Vale.

De algún modo, me gustaba ser borde con él. Se merecía eso y más.

Era un momento muy incómodo, los dos, solos en la cocina, sin tema de conversación. Lo único que se oía era mi boca bebiendo lo que quedaba de manzanilla, cuando la puerta de la casa se abrió y una voz demasiado dulce se oyo:

-¡Hola! ¿Ha llegado ya la pequeña Isabella?
No puedo evitar reír ante su curioso adjetivo "pequeña". Miro a mi padre, y este pone los ojos en blanco y se acerca a recibir a su amada novia.

-Sí, cariño. Está en la cocina. ¡Bella ven a saludar!

Su orden me hace quedar como una maleducada, ya estoy entrando al recibidor cuando lo dice.

Cuando la veo, recuerdo su bello aspecto.
Su piel es muy blanca, como de marfil, hace un bonito contraste con sus ojos marrones, su larga cabellera rubia me da un poco de envidia, su pelo es tan bonito...
No niego que tiene buen gusto en cuanto a la ropa, un vestido no muy largo de flores, es bastante ajustado por la parte del tronco, pero hace un precioso vuelo a partir de la cadera.

No puedo evitar sonreír al verla. Es muy joven para mi padre, quizás tenga veinticuatro. Deja las incontables bolsas en el suelo y se acerca a abrazarme.

Le devuelvo el abrazo.

Miss obsessiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora