Prólogo

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Cuando tienes dieciséis años, una de tus amigas tiene cáncer y la otra esta embarazada, lo único en lo que piensas es en divertirte y usar preservativo.

Desde que ambas han dejado el instituto yo solo puedo pensar en ayudar al chico nuevo, que no ha hablado con nadie en el primer trimestre que llevamos con él. Esta mañana cuando llegue a clase y vi que mi mesa había desaparecido(¿Dónde se escondían las mesas cuando más las necesitabas?)fui a sentarme al lado del vampiro nuevo de la clase.

-¿Cómo se levantó Edward Cullen hoy?.- él se limitó a mirarme levantando la cabeza de su cuaderno, me miro con asco y siguió concentrado en lo que fuera que estuviera haciendo. La verdad que si no fuera por esa actitud pasota y las pintas que llevaba seria un chico bastante mono. ¿Hola? ¿Acababa de decir que este monstruo era guapo? Eso parece. Además por la manera en la que me acababa de mirar... Ay madre, ¡ lo había dicho en voz alta! Note como mis mejillas se teñían de rojo, y por primera vez en tres meses vi como ese chico solitario soltaba una carcajada. Toda la clase se giró tan extrañada como yo. Supe por su expresión que hacía mucho que no se reía... Ambos supimos que desde ese momento ya nada seria igual entre nosotros.

Y por eso pasaron las semanas y no me volvió a dirigir la palabra aunque yo hablará sola con Edward Cullen, que por cierto se llamaba Daniel.


La teoría del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora