Nuestra mente nos hace una trampa y cada que puede comete un homicidio conocido como la desilusión.
Ɏ
Las lágrimas trágicamente derramadas como lluvia en un día frio de enero. Las lágrimas desperdiciadas por una ilusión alimentada por la imaginación de lo que existe, de lo que quieres y de lo que tienes.
La sangre seca en las extremidades de unas sucias uñas por el constante sentimiento de ansiedad contra la piel. El pensamiento constante de hacer lo necesario para encontrar la felicidad aunque requiera del sufrimiento propio.
El sentimiento de no ser ni siquiera la mitad de bueno de lo que realmente deberías de ser. El ardor de los ojos al despertar de una pesadilla que no se ha acabado.
Yo quiero un final. No un final necesariamente feliz ya que la vida es traicionera y nos alimenta de historias que no podemos vivir, nos da el "don" de la imaginación y la creatividad, que tristemente para mí y seguramente para muchos de don solo tiene el nombre.
La impotencia y la frustración de tenerle miedo a tu mente por crearse historias que no puedes vivir y por traicionarte a ti mismo dejando de buscar la plenitud en lo que está en tus manos.
Son las tres de la mañana y tú disfrutas que por el momento tu dolor solo es físico. El metal que te quita tus preocupaciones está más vivo que todo lo que hay dentro de ti y cada que puedes hablar entre llanto, susurras un lento y sinceramente rutinario solo por hoy.