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Cabeza de cementerio. Alma de tumba. Corazón como cripta. Sentimientos orientados hacia la muerte enterrada.

Lo único seguro en la vida, la muerte.

La realidad de las horas que pasan es que se acerca la muerte y tu vida se acaba.

El sufrimiento termina y finalmente, tu dolor se disipa.

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Te encuentras en el viaje a ultratumba, el reloj suena y el tiempo avanza. No vas en caída libre. Vas caminando. Lento, sin prisas.

Sientes que la tierra se empieza a mover como tú impotencia y que todo tu cuerpo baila en sincronía con el camino que tú mismo has creado.

Empieza a llover y esperas que lo que has escuchado se cumpla haciendo que todas tus preocupaciones se limpien con el agua que llora el cielo.

Quieres sentir algo. Caminas y caminas pero no sientes. Todas las cicatrices que tu cuerpo muestra ya son insignificantes para ti. Solo significan un momento que se repite a menudo.

Sabes que algún día llegaras al final del camino y te mantienes erróneamente ilusionada con la promesa de la vida eterna sabiendo que no mereces más que el sufrimiento y el rechinar de dientes que has construido.

Detrás de ti, las montañas se empiezan a desmoronar y todo en lo que alguna vez creíste se esfuma con ellas.

El viento se roba tus recuerdos y te deja sin sueños, sin anhelos, sin la capacidad de percibir algo más que tu tristeza.

Intentas respirar, intentas suspirar, intentas todo lo que tienes de recuerdo de cuando en algún momento sentiste paz.

No puedes. No debes y tampoco quieres.

Lo que quieres es llegar al final. Terminar el camino eterno de la miseria que te acompaña desde el principio de la melancolía que no significa otra cosa más que un grito que nadie fue capaz de escuchar.

Gritas y buscas la salvación aunque sepas que nadie está ahí y que solo tú mismo puedes recoger tus cachos rotos, aunque sea demasiado tarde para intentarlo o para si quiera pensarlo. Gritas más fuerte, lo haces porque talvez tu memoria traicione a tu cerebro y te permita recordar algo por lo cual detenerte y regresar en este sendero rocoso y polvoriento a un mejor lugar.

Tu propia mente te ha traicionado y tu coherencia ha sido afectada por las dimensiones de un corazón que nunca será capaz de regresas a su sitio. Ese corazón encriptado es la victima de su melancólico hogar en el cual almacenas todas las ilusionas muertas y los pensamientos rotos.

Empiezas a correr, el pecho te arde y deseas desaparecer de tu propia imaginación. Las piernas te duelen y todo tu cuerpo se tambalea. Las lágrimas corren sin sentido y los gritos son cada vez más espeluznantes.

Caes activando la sensación de insuficiencia y de fracaso provocando que tu alma sienta una dolorosa punzada de los recuerdos de algo más que oscuridad y te levantas porque sabes que tu única salida es la muerte.

Sigues caminando encerrada en ese ciclo de liberación incompleta. Quebrándote bajo los cielos de tu mundo y ahogándote en la miseria de los océanos incompletos de tu imaginación.



I N S A N EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora