Hay momentos en la vida en los que te dedicas exclusivamente a pensar en todo lo que has hecho a lo largo de los años: el tiempo que has malgastado y el que has invertido, las personas que has conocido y te han marcado y las que simplemente no han aportado nada, las cosas que has aprendido y los errores cometidos, ligados a esa luz que alimenta poco a poco la sabiduría, la rutina a la que te has adaptado sin siquiera darte cuenta, las nuevas palabras, los viejos amigos, los amoríos desastrosos y los no tan desastrosos, los procesos terminados, los procesos recién empezados, los colores, los matices, las decisiones, la música, la vida, la muerte, los libros leídos, los postres favoritos, los cortes de pelo, los horrores, la calma, los lugares visitados, los puentes bajados, las fotos tomadas, el sexo, los buenos y malos besos, las buenas y malas sensaciones...
Amigo mío, se ha dicho que antes de morir, ves pasar frente a tus ojos el resumen de tu vida. En mí, eso no aplica. Me siento más vivx que nunca.
Te he extrañado.
