Parte 1

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-¡Diez segundos!

La clásica cuenta atrás. Los nervios cortan el aire en esta caótica marabunta de cables, focos y cámaras que forman el plató 3. Hasta el más mínimo error está expresamente prohibido. Nada puede salirse del guión. Se va a hacer historia esta noche. Va a ser el programa del año, de la década, e incluso hasta del siglo. La totalidad del público aquí reunido es consciente de lo que sus ojos van a presenciar en breves momentos.

El regidor paraliza con su gesto a los presentes.

-Tres, dos, uno, ¡dentro!

-Buenas noches y bienvenidos al espectáculo que cambiará vuestras vidas para siempre. Queridos telespectadores, estáis disfrutando del que será el fin de la televisión actual y el inicio de una nueva era. El alfa y el omega. Un espectáculo que no podréis olvidar. Y lo más importante de todo es que podéis participar. ¡Podéis formar parte de él! ¡Podéis ser uno de nosotros! Estar aquí aunque sigáis en vuestros hogares. Solo tenéis que entrar en los perfiles del programa en las diferentes redes sociales. Facebook, Twittere Instagram, además de la aplicación que podéis descagar totalmente gratis y de los teléfonos que están apareciendo enpantalla. ¡No dejéis escapar esta oportunidad! Formad parte de esta nueva era a través de vuestros comentarios y mensajes...

Las palabras del presentador están diseñadas para enganchar al telespectador. Es un neopredicador de masas. Hasta el mínimo detalle está preparado para acaparar la atención. Todas las luces, la decoración y el comportamiento del público.

¡Bastardos hijos deputa! ¡Sois calaña! ¡Todos vosotros! Ahí sentados, disfrutando siendo tratados como títeres. Ahora aplaudís, ahora reís, ahora permanecéis en silencio. Mirándome. A mí y a mi triste compañero.El pobre tiembla de miedo. Algo lógico, aunque no lo comprendo. Ambos sabíamos a dónde veníamos. Vamos a morir delante de estos engendros despreciables. Por lo menos uno de nosotros. O así era antes.

-Señores, imagino que sabréis como funciona esto.

Ahora me va a enseñar el gilipollas este. Tú eres el peor de todos, cabrón. En otro momento te desollaría y enterraría vivo en un ataúd lleno de sal. Tienes suerte de que esté donde estoy ahora.

-Por si alguien en sus casas no lo sabe aún, ¡estos dos valientes se enfrentarán en una batalla a vida o muerte! Un revólver y seis intentos de salvar sus vidas; seis disparos antes de elegir al ganador, al que se le perdonará su condena a muerte y podrá vivir el resto de sus días en paz y libertad.

Sí, tengo que reconocerlo. Tiempo atrás mi pensamiento era distinto, pero en situaciones límites el ser humano es débil, y cada elemento de este mundo tiene su precio. El mío era bien simple: la vida, la libertad. Dar más de veinte pasos sin que un muro te impida seguir adelante.

No dudaríais en mi pellejo. No hice más que seguir a mis ideales. ¡Soy inocente! ¡Ellos son los culpables! ¡Ellos! ¡Todos y cada uno de ellos! Una condena a muerte por seguir a mis ideales, ¿dónde se vió tal cosa?

No puedo dejar de mirar a mi rival. Aunque no lo conozco de nada, me resulta familiar. Pero no es uno de lo míos.

Sus ojos lo delatan. Vacíos, sin sentimiento alguno. Es culpable. Culpable de un crimen de sangre que volvería a realizar. El miedo de su mirada había traicionado a mi juicio. No tenía miedo a morir. Es un ser introspectivo. Ese es el motivo. Posiblemente había sido un niño acomplejado, maltratado y privado de cualquier afecto humano. Marginado y burlado constantemente. Los niños pueden ser muy crueles y poco conocedores de la maldad de sus actos. Pero no voy a sentir compasión ni camaradería por él.

Es mi rival, la última piedra del muro de mi condena, mi última esperanza. Quiero ser libre; tiene que morir.

-Caballeros, ¿quién será el primero en disparar?

Ahí está, la muerte. A menos de un metro de mi cabeza. Nunca imaginé que tendría esa aséptica forma; la de un revólver de acero. El traqueteo del girar de la recámara aguijonea mi tímpano. La búsqueda de la única y mortal bala centra mi mirada. Imposible de captar. Un escalofrío atraviesa mi espalda mientras mi estómago se cierra con violencia. El miedo se apodera de mi cuerpo.

Las dudas copan mi mente. Aunque no es un problema, ya que mi rival se acaba de adelantar. Un comportamiento suicida, o más bien psicópata. Pero para eso estamos aquí, para salvar el pellejo mientras el de enfrente se vuela los sesos.

O no.

Me alegro de no ser el primero en disparar.


Seis disparosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora