—Estamos en la recta final del programa, en la recta final en la que se decidirá todo, en la recta final más emocionante que veréis jamás. Ni la más apasionante carrera de cien metros lisos podrá igualar en emoción a este programa. No os mováis de vuestros asientos. El show debe continuar pero, antes de eso, ¿qué dicen las redes sociales de lo ocurrido?
La locura volvió a aparecer. De nuevo, fotografías, comentarios de todo tipo y ninguna crítica. Cómo no, son vendedores de audiencia. Jamás sacarán la verdad a la luz. Solamente lo que ellos quieren que veas, que sientas y que disfrutes. La televisión es el diablo del siglo XXI.
Miro de nuevo a mi rival. Desconozco su ser por completo. Nombre, procedencia y causas que lo llevaron a sentarse enfrente de mí. No sé nada, pero comparto con él algo que no había compartido con nadie. La vida y la muerte a la vez. Habíamos muerto y resucitado dos veces cada uno de nosotros. Aves Fénix solitarias en búsqueda de la redención.
Observo a mi rival. Se trata de una persona fría hasta en sus movimientos, casi ausentes. Tanta frialdad no puede significar nada bueno. Nadie en su sano juicio puede ser tan gélido como este hombre. Nadie puede mostrar tanta indiferencia hacia su propia vida. Salvo que ya esté muerto. Es un psicópata. Alguien movido por el odio. Incluso parece que es a mí a quien odia. Entre sus planes no existe un renacer, sino un último acto de venganza, en el que se pondrá punto final a su tortura de décadas de sufrimiento. Así lo muestra su sonrisa y así lo confirma su mirada.
Se dispone a agotarsu último turno. Esta vez, sus movimientos son guiados por una lentitud exagerada. No tiene nada que perder. O muere ahora y se libera de sus males, o se matará una vez realice su cometido.
Disfruta del momento. Es su hora, sus quince segundos de fama, el instante en el que echa a suertes su futuro. Me mira con una sonrisa que me hiela el alma. Es un auténtico lunático. Sus ojos desorbitados se clavan en mi cuerpo, como si me quisiese matar. Aprieta el gatillo lentamente, mientras que el público observa en silencio.
Silencio. Un silencio espectral. Un silencio nervioso y angustioso. Un silencio efímero y eterno. Un silencio que da paso a una noticia que no sé como afrontar.
No murió.
El último y definitivo disparo guarda una mortífera bala en su interior. Ese pedazo de metal espera impaciente su cometido. Lleva marcado a fuego mi nombre. Llegó mi fin.
La muerte vuelve a estar a mi lado, susurrándome al oído, acariciándome con su gélida mano.
Todo acabó.
Su sonrisa, horrible como su conciencia, divide su rostro en dos. Miro al presentador, que está paralizado. Quizás nadie esperaba que el último turno fuese el definitivo. Quizás mi vida aún pueda salvarse.
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Seis disparos
ActionLa historia de la televisión está a punto de cambiar. Esta noche se emite el programa con el que empezará a una era. Dos condenados a muerte se enfrentarán cara a cara. Un revólver y una bala. Nada más hace falta. La muerte o la libertad.