Daniel
Al siguiente día.
-Dani.
Le he escuchado, al igual que las otras tres veces más que me ha llamado. Pero finjo no haberle escuchado por qué sé que en algún momento tendré que hablar con él, y no quiero. Todavía no.
-Dani, joder.- se enfada mi gemelo, alzando la voz.
-Qué quieres.- respondo borde, dignándome a mirarlo aún con los ojos rojos y llorosos.
-Prepárate, nos vamos en media hora.- anuncia más suave, al ver que no estoy nada bien.- Por favor, piensa en otra cosa, a penas has hablado desde que volviste ayer. Odio verte así.
-Yo también odio saber que ella no va a sonreír durante mucho tiempo.- susurro costoso, por qué no quiero llorar, ahora no.- No me la merezco.
-Claro que te la mereces, joder, esto no es culpa tuya.- me contradice intentándo darme ánimos, sentándose a mi lado y pasándome el brazo por los hombros.
Apoyo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos con fuerza.
-Eh, levanta la cabeza princesa, que se te cae la corona.
Suelto una carcajada algo amarga por su comentario. Será estúpido.
-¿Me has llamado princesa?- pregunto indignado incorporándome, por lo que se ríe con ganas por la expresión que he puesto.
Y joder, ¿qué haría yo sin él? Es mi hermano gemelo, mi otra mitad. El que me entiende con tan solo una mirada y siempre consigue hacerme sonreír.
No me imagino una vida sin él, sin mi mejor amigo.
[...]
Un árbol. Otro árbol. Otro árbol con menos hojas que el anterior. Dos caballos. Otro árbol, y oh... ¡otro árbol!
-Dani, hijo, ¿qué te pasa? Estás muy callado.- insiste mi madre, al igual que hace cómo una hora.
Desvío mi mirada de la ventana hasta ella, la cual me observa fijamente cómo si intentara leerme la mente. Y enseguida vuelvo a mirar hacia otro lado, por qué cada vez que la miro me siento tentado a contarle todo lo que me está haciéndo sufrir en estos momentos.
-Nada, mamá.
La veo con intenciones de contraatacar, por qué así es mi madre, insiste e insiste hasta conseguir lo que quiere. Pero al ver que estoy a punto de echarme a llorar otra vez, mi hermano me salva de esta situación.
-¿Juancar estará allí esperándonos? Tengo muchísimas ganas de verle.- cambia de tema Jesús.
Juan Carlos es nuestro hermano mayor, el cual vive en Madrid. Se mudó allí hace un año y medio por cuestiones de trabajo, y dado a que su casa es lo suficientemente grande, viviremos con él. Otra vez la familia unida.
Se lo agradezco a mi hermano con una mirada de esas que sólo él y yo entendemos, y él pone su mano en mi muslo, cómo dándome ánimos. Pero tengo que cerrar los ojos con fuerzas si no quiero volver a llorar. Joder, yo siempre le ponía la mano en el muslo para tranquilizarla.
Todo me recuerda a ella. Todo.
Ainhoa
18 de Julio.
El despertador suena exactamente a las 9:30 de la mañana, y me apresuro a apagarlo con la mano. Me paso las manos por la cara un par de veces, intentando despejarme, pero su nombre vuelve a aparecer en mi mente sin poder evitarlo, cómo cada mañana.