La quinta corte de la hermandad pirata

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La quinta corte de la hermandad pirata

Dieciocho años desde la última vez que se habían reunido en isla naufragio. Irónicamente ahora todos permanecían en silencio, Elizabeth Swan quien había sido una vez reina pirata, no había imaginado tener que regresar a cumplir su "deber" como reina y aún más, tener que tratar con piratas nuevamente. Pero allí estaban todos, esperando que alguien más hablara, que alguien comenzara con el debate, que alguien explicara la situación y le diera a todos una solución o ese sería el final de lo que por siglos fue la piratería.

— ¿Acaso nadie piensa hablar? —pregunto el capitán Barbosa quien un tiempo a cargo del Venganza de la reina Ana, luego de salvarse de la inminente muerte para salvar a su hija. ¿Cómo lo hizo? Nadie lo sabia realmente.

— ¿Qué quieres que digamos, Barbosa? —Pregunto Elizabeth —nadie sabe qué está pasando, nadie conoce la razón por la cual ya ningún pirata puede navegar con tranquilidad. A menos claro que tengas algo que ver con eso.

— ¿Estas acusándome de algo? —pregunto el hombre levantándose de su silla con enojo.

— ¿Debería?

—Ya basta—hablo Angélica, hija del infame pirata Barba Negra— si esta hermandad se ha reunido es para buscar soluciones, no problemas.

—Si es así, supongo que quieres proponer algo—hablo la encargada de la reunión.

—Por favor, somos piratas. Causamos problemas...esa es nuestra naturaleza—agrego uno de los muchos presentes.

—Si me preguntan.... —agrego una voz apareciendo de entre la multitud.

—No Jack...nadie te está preguntando nada—agrego Barbosa.

—De acuerdo, entonces sentémonos a ver como nuestros barcos se hunden mientras nos embriagamos en Ron.

Angélica miro a Jack, se habían visto un par de ocasiones luego de que la abandono en aquella isla desierta y aún seguía siendo el mismo sínico de siempre.

—Encontré a alguien que nos puede ayudar a entender que está sucediendo, porque esto me está afectando también a mí.

— ¿Y a quien trajiste, Jack? —pregunto Elizabeth incrédula.

Jack sonrió, levanto su dedo índice y luego le dio paso a un asustado hombre.

—Estas honorables...Hmmm, personas aquí presentes, quieren escuchar lo que me dijiste a mí.

El hombre miraba con terror a todas partes, su contextura delgada y casi desnutrida dejaba mucho que decir de su procedencia y de lo que le habían hecho para llevarlo hasta ese lugar—Por cierto ¿alguien habla vietnamita?

—Yo—dijo uno de los presentes—que hable—ordeno.

El pobre hombre comenzó a relatar lo que había visto y lo que sabía, el pirata le preguntaba cosas mientras miraba a Jack, pero lo único cierto allí era que nadie entendía ni una pisca de lo que ambos hombres conversaban.

—No me lo dirá si están todos ustedes presentes, dice que hablara, pero en privado una vez le brinden algo de agua

— ¿Y qué espera? —pregunto Elizabeth al pirata que lograba entenderle al hombre. Este se fue a otra habitación mientras los demás piratas esperaban.

Los minutos se hacían eternos, las horas comenzaron a pasar y no había razón de lo que sucedía en el océano. La hermandad perdería los estribos en cualquier momento y eso volvería a ser lo que Elizabeth recordaba, un circo de idiotas.

Piratas del caribe: Las joyas del oceanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora