La mano más preciada

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La mano más preciada

Cañones, fuego, bombardeos, espadas chocando, gritos, armas de fuego, discordia y guerra. Lo que sucedía fuera de su encierro, lo que sus sentidos lograban percibir, lo que su corazón intentaba aclararle y todo por ella.

Fueron horas de intensos sonidos, de golpes fuertes y de gritos aterradores y al final...paz, una absoluta y perturbadora paz. ¿Qué debía pensar al respecto? ¿si el motivo fuera dinero, no le habrían asesinado ya? ¿si el motivo fuera un golpe de estado, no la habrían desaparecido ya? ¿Qué era lo que buscaban los piratas de aquella princesa? ¿Por qué, entre más tiempo dedicaba a hallarle un sentido a todo, comprendía que su valor para ellos estaba más allá de lo que ella misma podía llegar a entender? ¿Qué significaba realmente para ellos, a tal punto de enfrentarse sin duda alguna al artillero más poderoso del mundo?

Eleanor se preguntaba si la tripulación del "Santísima Trinidad" estaría bien; se preguntaba si habían logrado algo o si habían sido los piratas los vencedores del feroz encuentro entre barcos. Le aterraba la idea de salir del camarote y encontrarse el poderoso navío Español sumergiéndose en las profundidades del océano. ¿habría alguna posibilidad de regresar a su mundo? ¿a su cómodo y elegante mundo?

Se escucharon pasos fuera del camarote. Y aun vendada y amordazada la joven se deslizo por la cama y se situó en la esquina más alejada de la puerta, su abuelo se abrió paso acompañado por soldados españoles y un encapuchado misterioso. El mayor se detuvo en seco, la observo y se retiró con lentitud del lugar, dejando encargados de la puerta a Henry y a Angélica; Los ojos de la joven se dirigieron al encapuchado que ahora dirigía sus manos a la cama que lo cubría, pero se detuvo antes de mostrar su rostro, se arrodillo sobre la fría madera del Perla y se disculpó.

—Has vivido una pesadilla tu sola mientras yo, seguía inútilmente pistas falsas, perdí tiempo, perdí dinero e incluso la dignidad, pero nada se compara con la tortura que tú has debido de vivir en este barco y con estas personas.

El encapuchado se liberó de lo que cubría su rostro y los ojos de Eleanor se llenaron de lágrimas inmediatamente...era Louis, su Louis.

—¿Cómo...como llegaste hasta aquí? ¡eres un príncipe, pusiste tu vida en riesgo! ¡la vida de un futuro rey! —se quejó una vez le ayudo a quitarse la venda de la boca y a soltar las ataduras.

—No me permitiría perder a la única mujer que he considerado digna de ser mi reina.

Eleanor se lanzó a sus brazos, importándole muy poco lo que todos pudiesen llegar a pensar, no era propio de una princesa tal demostración de afecto, pero estaban muy lejos de los ojos encargados de juzgar esa clase de comportamientos.

Louis le brindo un reconfortante abrazo y luego se alejó de ella.

—No olvides tus modales. Sigues siendo una princesa, mi prometida y la futura reina de Francia—me recordó—no puedes mostrarles ni una pizca de debilidad a estos...animales—susurro con desdén.

—No entiendo ¿Qué ha sucedido? ¿cómo es que estas aquí? ¿Por qué los piratas te dejaron subir a bordo?

—Me hicieron una oferta que no podía rechazar—hablo sentándose a su lado mientras sostenía sus manos entre las suyas— Francia pasa por algunos problemas económicos, y España ha decidido ayudar brindándote a ti como muestra de su buena voluntad y su intención de aportar económicamente al mantenimiento de las fuerzas de Francia. Pero no puedo permitir que sigamos dependiendo de España, siendo el país más poderoso de Europa, podría darnos la espalda en cualquier momento. Ahora bien, los piratas están dispuestos a ayudar a Francia con algunos beneficios a cambio.

Piratas del caribe: Las joyas del oceanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora