Six

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– ¡Bájame! – comienzo a chillar.

Obviamente él tenía mucha más fuerza que yo y no puedo contra él.

– Con una condición – su sonrisa se transforma en un pico.

No lo pienso dos veces y lo beso, corto y rápido sin dejar que haga nada.

– ¿ahora vas a bajarme Michael? – sonrió con dulzura.

Michael abre los ojos y me fulmina con la mirada con una mezcla de picardía y malicia.

– Ni loco, Liberty – comienza a caminar de nuevo. Hacia el mar.

– No, no, no, no...

– Uf, esta helada – se queja cuando el agua toca sus pies.

Parece no importarle ya que continúa caminando. Implorar piedad no sirve de nada y en menos de un parpadeo estoy sobre el agua por culpa de una gran ola.

Pero su mano no me suelta.

– ¡Eres un...!

Me calla besándome otra vez, interrumpiendo mis insultos y futura venganza. Con sus besos mi mente no regula y lo único que quiero de repente es abrazarlo y besarlo. Sus manos están en mi cintura y las mías en su nuca mojada.

Siento su lengua húmeda invadir mi boca alertando la mía quien comienza un combate con la suya explorando su boca por completo.

De repente siento como el frio se desvanece y el calor me consume lentamente, pero no soy la única ya que sus manos acarician mi piel sobre la remera pegada a mi cuerpo y comienza a subir.

Me separo un poco de él mirándolo y por un momento hablamos sin hablar.

– Mi ropa va a perderse... – musito.

– ¿Eso importa? – pregunta con una sonrisa descarada.

Pero realmente no importaba, solo quería estar con él, esta era nuestra última noche no iba a desperdiciarla.

Las palabras no se manifiestan pero los mensajes son obvios remitidos a través de besos, caricias y jadeos.

Me hace tocar el cielo, incluso sobrepasarlo. Ambos estamos solo vestidos con la fría agua del mar y el cuerpo del otro.

– Tengo frío – murmuro.

– Yo también – admite mirándome – tengo algo de ropa en el coche, pero es de chico.

– Eso servirá – sonrió.

Tenía miedo de que alguien nos viera correr desnudos por la playa pero a la vez ese miedo de que nos descubrieran, esa adrenalina era divertida. Mike había traído una toalla con la que nos secamos.

La ropa que trajo consistía en un calzoncillo gris, unos pantalones cortos y una remera de Green Day. Nos repartimos las prendas.

Yo obtuve la remera y los calzoncillos y él el pantalón corto.

– ¿Te puedo llevar a un lugar? – le pregunto cuando algo se me ocurre.

Había un lugar donde iba desde chiquita cada vez que venía a la playa, iba con mi prima hasta que se mudo y crecí, así que lo visitaba sola. Todos tenemos un lugar especial y entre las rocas enormes en la playa, en la cima podía gritar a todo pulmón cuando lo necesitaba.

– Vas a matarme, o voy a morir...

Rio por su comentario, sonaba asustado pero a mí se me hacía muy fácil.

Le cuento lo que hacía cuando llegaba a la cima mientras subimos.

– Hoy me hiciste sentir tanto, Michael Clifford. Ese odio por interrumpir mi sueño – bromeo – amor, y tristeza porque no quiero dejarte.

Él muerde sus labios y algo ronda en su mente, puedo verlo.

– ¿Por qué no nos volvemos a encontrar? –pregunta mientras estamos sentados en la cima mirando el mar – ya sabes, como en las películas. Pongamos un día, una fecha y hora. Si ambos estamos solos y nos extrañamos, podemos vernos y ver qué sucede porque Liberty, siento que jamás voy a poder olvidarte menos después de lo de hoy. Es como, no lo sé estuvieras destinada a estar conmigo y yo a tu lado y lo que más deseo estar contigo.

Lo entendía, sentía exactamente lo mismo.

– Comenzare la universidad, son tres años – le informo.

– Vendré en 3 años a este lugar, a esta playa. Te voy a esperar Liberty, y si eso es lo que tu quieres también, ¿me esperaras?

– Este mismo día, a media noche, en tres años frente al mar –lo miro.

– Acepto.

– Acepto.

Sellamos nuestro plan con un beso. Pero se separa de mi para pararse y mira al mar.

-¡Te amo Liberty Paz Rivero – grita a todo pulmón.

Rio por lo que hace mientras me sonrojo y sujeto su mano cuando me la extiende parándome a su lado. Repito el acto.

– ¡Te amo Michael Gordon Clifford!

Un eco se escucha y reímos para volver a besarnos y recostarnos a mirar las estrellas hasta caer dormidos.

Llegue tarde a casa ese día, mis padres me hicieron un escándalo monumental por salir a media noche y aparecer al otro día con ropa de chico, pero poco me importo.

Estaba muy feliz.

Wrapped Around Your Finger © mcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora