Five

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-¿La playa?-pregunto al escuchar el familiar sonido de las olas.

Él me traía en sus brazos y mis ojos estaban vendados a pedidos de él.

Habíamos estado como dos horas conduciendo para que de un momento a otro se detenga en algún lado y me vende los ojos para continuar unos treinta minutos más.

Reconocí el lugar por el frío viento veraniego de la playa en esta temporada, además claro del precioso sonido de las olas en movimiento arrasando con todo a su paso.

– Sí – bufa –se supone que no debías adivinar – suena algo molesto.

– Uh, perdona. Sabes que no es mi culpa ser tan inteligente –hago un puchero a su dirección esperado a que me viera.

No recibo respuesta, no con palabras ya que el silencio oral alberga mientras sus labios están unidos a los míos.

Por la sorpresa tardo unos segundos en corresponderle pero lo hago y la sensación de cosquilleo en mi interior me abruma intensamente.

La falta de oxigeno causa que nos separemos y me baja de sus brazos para colocar sus dedos detrás de mi cabeza y desatar el difícil nudo que había hecho.

Mientras me quita la venda lentamente siento como nuestros alientos se mezclan por la cercanía. Todo sucede en cámara lenta mientras sus dedos se posan suavemente en mi mejilla y abro los ojos.

Esta frente a mí, a pocos centímetros la imagen más perfecta que mis ojos pudieron ver a lo largo de mi corta vida. Por primera vez descubro que sus ojos son verdes, el verde más hermoso que vi jamás.

Michael por fin aparta la mirada con una sonrisa para mirar algún punto detrás de mí. Giro para encontrarme con un paisaje precioso de olas acompañadas por una enorme y brillante luna que dejan ver una manta en la arena rodeada de velas.

– ¿frutillas con chocolate? – curioseo con el ceño fruncido y una sonrisa entre divertida y alegre mirando aquel postre sobre la manta.

– Te las debía –responde mientras toma mi mano para encaminarnos juntos hacia la manta.

– ¿Tú hiciste todo esto?

– Bueno –Rasca su nuca algo dudoso – Un amigo me ayudo, pero todo se me ocurrió a mi – Se adelanta a decir apresuradamente.

Sonrió divertida por su adorable ternura.

– ¡Te dije que soy un desastre comiendo!

Exclamo cubriendo mi boca algo molesta por su escandalosa e imparable risa que mi desastrosa forma de comer había causado.

Lo bueno de nuestras citas a ciegas era que no veía lo bestia que yo era para comer, pero ahora la situación era diferente y él se estaba burlando de mi en mi cara.

– ¡Se supone que debías besarme y quitarme el chocolate, no reírte de mi cara en mi cara! – lo empujo infantilmente – idiota.

– Si querías que te besara solo tenías que decirlo.

Mi mundo se descolocaba cuando sus suaves y carnosos labios hacían contacto con mi boca degustándolos de una forma tan peculiar que él tenía.

Se notaba fácilmente que era algo inexperto en el tema por la forma torpe de besar y eso me gustaba aun más, no es como si yo fuera una experta tampoco pero había besado muchas veces más que él, pero nadie causaba lo que Michael causaba.

Cuando nos separamos simplemente sonriendo miramos el mar.

Una pregunta ronda en mi mente y nerviosamente comienzo a mover mis dedos.

– ¿Qué sucede?

– Mike, ¿Soy lo que esperabas? – me atrevo a preguntar en un murmuro.

- No - da una pausa para fijar sus ojos en mi y sonreir calidamente- Eres mucho mejor de lo que imaginaba.

Su respuesta causa que mi respiración se corte de repente.

Jamás me habían dicho cosas así, pero sobre todo era porque era él quien lo decía.

– A mi me agrada tu flequillo – admito.

– ¿Mi flequillo?

– Bueno, lo admito, lo amor. Jamás conocí a nadie que tuviera el flequillo tan largo, Jesús. Pero además de eso, amo tus ojos, tu nariz, tus mejillas – apretó su mano- tus manos, tu sonrisa, tu risa aunque la utilices para burlarte de mí y tu boca.

Él me mira sonriendo genuinamente, también lo hago. Una conexión enorme nos ata a ambos, no necesitamos palabra alguna ya que es como si nuestros corazones hablaran silenciosamente y nuestras almas se acariciaran.

– A que no me atrapas – exclamo cortando todo de repente mientras me paro y comienzo a correr.

Michael comienza a seguirme y ambos corremos por la playa, soy más rápido que él así que utilizo esa ventaja para quitarme rápidamente las zapatillas para sentir la arena húmeda en mis pies.

Distraída, consigo que él me atrape.

Wrapped Around Your Finger © mcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora