—¡Llegamos!La voz de un chico interrumpió los pensamientos de Danielle que por intuición, se levantó y corrió hacia la puerta dejando ver a un ojiazul que de inmediato se lanzó hacia ella. Primero se asusto pero cuando notó quién era el que la ahogaba entre sus brazos le correspondió.
Todos los chicos pasaron excepto uno.
El rubio con pecas por toda la cara y de cara tierna se mordía las uñas mientras una lucha en su cabeza se había iniciado, entrar o no hacerlo. Suspiró y con los ojos entrecerrados entro lentamente a la casa.Era igual como la recordaba, un pequeño recibidor bien decorado, una sala bien amueblada y pintoresca. Chocó con un mueble y casi bota una foto. La tomo entre sus manos y notó que eran las dueñas de aquella casa pero con la edad de 5-7 años, aproximadamente. Sonrío sin darse cuenta y con el pulgar limpió el lugar que ocupaba el rostro de Danielle, hasta que una mano con manicura se la quito de las manos. Alzó la vista y se encontró con Allie e inmediatamente quedo de un rojo vivo.
—Largo de aquí —Dijo con enojo y el ceño fruncido.
—P-pero-
—¿Qué no entiendes? ¡Largo!
Y detrás de ella se posó una figura alta y de cabello rubio, con un espectacular cuerpo y el rostro de un ángel. Danielle.
—Allie... —Quizo hablar.
—Ahora no, Danielle —Le calló su mejor amiga.
—Pero Allie... —Lo intento de nuevo.
—¡Largo de aquí! —Le gritó de nuevo, ya con la cara enrojecida.
—Bebé, ven un momento, ellos... necesitan hablar —Llego el chico moreno y fornido, abrazándola por detrás y llevándosela consigo.
—H-hola —Intentó hablar bien, pero eso le salió más como un susurro y al notarlo tragó fuerte.
Él corrió hacia ella y la abrazó como si fuera la ultima vez que lo haría, sintiendo su dulce olor a vainilla y coco que era característico de ella. Danielle mantuvo las manos en alto, en estado de shock. Las lagrimas en el rostro de Matthew no tardaron en mostrarse y ocultaba su rostro en el hombro de su ex-novia.
Danielle no sabía qué hacer. Se había preparado mentalmente para algo así unas horas antes de volver a Los Ángeles pero al oler la colonia de Espinosa cayó en un trance, olvidándose de todo y de todos. Le correspondió el abrazo segundos después de caer en la cuenta de que estaba haciendo y de las lagrimas en su hombro, le abrazó, le quizo de nuevo.
Matthew alzó su rostro. Sus ojos ya eran rojos y su pequeña nariz se había vuelto color carmín, pero sus labios. Danielle miró fijamente sus hermosos y bien definidos labios, y en cuestión de segundos ya le había besado. Matthew sintió un sabor extraño, salado y cuando abrió los ojos se dio cuenta de que ella también lloraba.
Bastaron 4 segundos para que la fantasía de Matthew se borrara, cuando ella apartó sus labios de él y lo último que vio antes de caer fue un puño cerca de su cara.—Largo de aquí, vete, te lo suplico.
Esas palabras le entraron como una daga en el pecho y mientras se levantaba del piso le dio una última mirada a la chica que le había golpeado. Tenía los ojos cerrados y las lagrimas aún caían de ellos pero aún así, mantuvo su palabra.
Matthew se fue de ahí, con el sabor de ella en sus labios y un dolor fuerte en el pómulo.
Se fue de ahí, sabiendo que quizás no vuelva a verla en mucho tiempo pero la pequeña llama de su esperanza, había crecido bastante.

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