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Eran a las 4:21 de la tarde, y el cuarteto se encontraba viendo una película de horror. Cara y Selena estaban abrazadas mientras que Justin tenía cerrados los ojos y a Danielle solo se le veían los ojos ya que una manta cubría la mayoría de su cuerpo.

El timbre sonó, y todos dieron un brinco y se tiraron al suelo. Justin asomó su cabeza por sobre el sofá y camino hacia la puerta. Se persignó antes de abrirla y lo único que encontró en el suelo fue una carta. La tomo entre sus manos aliviado, y camino hacia las tres chicas que ya estaban de nuevo en el sofá.

—Para Danielle Zenda Williams, de anónimo —Citó Bieber—. Je, Zenda.

—Cállate y pásamela —Dijo Williams, con el entrecejo fruncido, mientras los demás la veían con atención.

«Para Danielle,

Lamento molestarte ahora que estás en una crisis emocional, pero creo que mereces saber por quién te cambio Espinosa.
Era muy tarde y todos estaban hasta el tope de alcohol y droga, incluido tu ex-novio. Yo estaba cerca de ellos, pero no tanto como para que me notaran. Espinosa tomaba al igual que inhalaba junto con una chica morena claro con el cabello negro y largo. De la nada él se le lanzó y comenzó a besarla, en conclusión: terminaron cogiendo en uno de los cuartos de la casa.
¿Quieres saber el nombre de la chica?
Fácil, es»

Dejó de leer, ya que la cabeza comenzó a dolerle demasiado. Le pasó la carta a sus amigos, que enojados maldijeron a Matthew mil veces más.

Danielle se mantenía al margen, con la vista en un punto fijo en su celular: el número de Matthew.

Le dolía, le dolía recordarlo. Con tan solo pensar en Matthew teniendo sexo con aquella chica de nombre desconocido para ella le daba unas inmensas ganas de llorar.
Respiró hondo y se fue al otro cuarto. Ahí, estando sola, estalló en llanto. Lloro por todo. Lloro por aquello, lloro por extrañarlo, lloro por ser tan ilusa, lloro por haberlo amado tanto.

Nadie entró en lo que restó de la noche, los chicos sabían que quería estár sola y respetaban eso.

Danielle no durmió, pensaba en ese momento.
La bilis llegó a su garganta y corrió hacia el baño. Cuando expulsó todo tomo su celular, decidida a hacer algo que todos consideraban una locura: llamarle a Matthew.

Pero una puerta abriéndose y cerrándose la detuvo.
Era Selena, con los ojos entrecerrados, el pelo revuelto y la pijama de lado. Sonrío cuando la vio y la morena se adentró a su recámara. Se tiró a la cama y Danielle la siguió. Selena la abrazó y ella lloro de nuevo.

Se durmió llorando, como la había hecho estos últimos meses.

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