Capítulo 1

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Era lunes, así que como siempre lo primero que hice fue apagar el maldito despertador que no paraba de sonar. Me levanté de la cama, me vestí con unos vaqueros y una sudadera negra y me preparé para ir al instituto. Me colgué la mochila a la espalda, cogí las llaves y salí por la puerta. Anduve un par de calles y me senté en un banco. Aún era muy pronto, pero salí de casa para no tener que hacer todo el camino con Katherine, mi hermana, diciéndome lo geniales que son sus amigas y lo genial que es tener un montón de amigos, también que debería hacer más amigos. A sí, lo olvidaba, que tengo quince años y debería buscarme un novio, lo que debería haber hecho ella es no buscar que yo la diera un guantazo.

Como de costumbre tenía tiempo de sobra así que decidí recoger mi pelo, que era moreno y me llegaba hasta la cintura en dos finas trenzas que molestaban mucho menos que la melena.

Para cuando miré mi reloj ya era hora echar a andar. Siempre cogía el camino largo, para no cruzarme con mi hermana. Cuando llegué al instituto las puertas estaban abiertas, cosa que agradecí ya que significaba que no tendría que esperar fuera junto a esos compañeros de clase con los que tan mal me llevaba. Yo no era como Kelly y Evelyn, mis mejores y únicas amigas, no soportaba tener que aguantar a mis compañeros de clase.

Subí las escaleras y me dirigí a mi clase, 4º A.

Entré en clase, Kelly y Evelyn ya estaban allí, como el resto de la clase, sentadas y entre las dos había una mesa vacía que imaginé, era para mí. Acomodé mis cosas en la mesa y una vez sentada miré a mi alrededor para ver que sorpresas me deparaba el nuevo curso.

Todo estaba como siempre excepto por un chico nuevo un par de filas más adelante que yo, nada extraño.

Rebeca (la profe de matemáticas, que ese año fue nuestra tutora) entró en clase.

- Vale chicos, imagino que ya habréis notado que tenéis un compañero nuevo- dijo y le hizo un gesto para que se levantase y se acercase a ella.

Él la hizo caso, se puso de pie y miró al frente, vamos, a nosotros, a todos nosotros.

Era un chico alto, con el pelo moreno y con los ojos de un verde muy oscuro. Se le veía en forma y era guapo, a lo que Paola y Martina reaccionaron colocándose el relleno.

- ¿Cómo te llamas?- le preguntó Rebeca.

- Ian- contestó él.

- Es muy mono ¿eh?- dijo Kelly dándome un codazo.

- Sí- respondí.

- ¿Te gusta?- preguntó Evelyn.

- No le conozco- dije ignorando la arraigada costumbre de mis amigas por buscarme un novio.

Recuerdo perfectamente que pensé que eran unas pesadas y por unos larguísimos quince segundo hasta me enfadé con ellas pero en seguida se lo perdoné, como siempre, y lo achaqué al hecho de que yo era la única del grupo que no suspiraba por ningún chico. Kelly llevaba dos años colada por un chico de su barrio al que ni si quiera se atrevía a hablar, cosa que yo calificaba de auténtica estupidez, Evelyn decía estar profunda e irremediablemente enamorada de un chico de su pueblo con el que llevaba sin hablar desde los diez años y yo, bueno, yo era la chica cuyas amigas habían estado barajando la posibilidad de que fuera lesbiana y no se lo hubiera dicho, teoría que desecharon cuando por fin se atrevieron a preguntármelo después de cinco meses de suposiciones.

Ian se sentó en su sitio, Rebeca mandó callar y así es como se dieron por inaugurados los próximos tres meses de largas horas mirando a la nada, noches sin dormir y agobiantes pruebas de como de bueno eras memorizando, quiero decir, de clases.

El día a día de una chica "rara"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora