Otp | ✓

XXV

Parte I

"Todo empezó el verano que cumplí dieciséis años.

Por aquel entonces yo seguía siendo relativamente inocente. Me gustaba leer, pasarme horas jugando a videojuegos y fantaseaba con ir a conciertos de rock. Era bastante mediocre. No destacaba.

Las cosas en el instituto iban bien. Sacaba buenas notas, tenía un par de amigos con los que quedaba. Incluso una chica de otro instituto, bastante guapa, se había fijado en mí. Te podrás imaginar que, bueno, ya sabes, tenía las hormonas revolucionadas.

Sí, la chica era Molly. Pero esa es otra historia.

La cuestión es que se podría decir que mi vida era bastante normal. Exceptuando que cada vez que entraba a casa era como atravesar las puertas del infierno.

Yo solía estar tan empanado como la mitad de los adolescentes del mundo, así que al principio no me enteraba de nada. Solo sabía que mi madre lloraba, mi padre gritaba o desaparecía durante periodos de tiempo y que era yo el que tenía que ayudar a Emmy con los deberes. Llegué a pensar que mi padre tenía una aventura y que mi madre era una estúpida por seguir con él.

Nada más lejos de la realidad.

Iré directo al grano y me ahorraré toda la anestesia.

Mi padre estaba metido en algo chungo. Tenía muchos vicios y debía mucha pasta. Así que la gente que pasaba las sustancias que tanto le gustaban a mi padre y que tanto dinero le había costado a la familia Apollo decidió contratarle como camello y lo que surgiera.

Por si no has atado cabos todavía, la gente para la que empezó a trabajar eran los de Tártaro. En especial, para tu padre. Era su perrito faldero.

Mi vida empezó a parecerse más a la actual. Mi familia se marchitó. Mis padres no podían permitirse divorciarse, pero sí dormir en habitaciones separadas y no hablarse. Mi hermana pasó a ser la chica mala del instituto y yo un marginado.

Una noche dejaron a mi padre en el porche de nuestra casa. Tenía la cara tan magullada y llena de sangre que no le reconocí. Suplicó que no llamáramos ni a la policía ni a la ambulancia. Dijo que nos matarían si lo hacíamos. Fue la primera vez que le vi llorar. No nos quiso contar qué le había pasado. Pero esa misma noche, a solas conmigo y con un par de copas de más, se fue de la lengua.

Su trabajo consistía en representar a Tártaro con los mejores clientes. Movía la mercancía y se encargaba de hacer llegar el dinero a manos de Eros. El caso es que no consiguió una operación y tu padre la tomó con él. Le despidió, pero la deuda seguía ahí. Y la amenaza de hacernos la vida imposible si no la pagábamos.

Esa noche me bebí una botella de whisky y tomé la peor decisión de mi vida, aunque me permitiera conocerte. Decidí ocupar el lugar de mi padre, pagar su deuda.

Y a tu padre le encantó la idea."