Parte sin título 2

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Capítulo II

Si bien parecía que Berwald había esquivado una bala, no dejaba de preocupar a Tino. Tenía tantas cosas en la cabeza que no se sabía por dónde comenzar. Quería que desistiera de esa aloca idea de escaparse de la casa de Dinamarca. ¿Qué ocurriría en el caso de que éste se diera cuenta de su plan? Si había sido capaz de meterle en el calabozo por su mala conducta, ¿cuál sería el castigo por tratar de escaparse?

Además, siempre habían estado juntos los cinco. Así que la idea de alejarse de ellos era prácticamente inconcebible. Así que intentó una vez más de convencer al sueco de desistir de su idea.

-Su, ¿estás seguro de que te quieres ir de aquí? -le preguntó al mismo tiempo que se sentaba sobre su cama. Miraba con muchísima curiosidad lo que el sueco estaba haciendo.

Aquel nuevamente había sacado su mochila para arreglar los últimos detalles de manera muy minuciosa. Quería asegurarse de que nada le faltara en el momento de su huida. En cuanto escuchó la pregunta, se limitó a asentir. Para él, al menos, ya no había vuelta atrás. No iba a pasar un día más en aquella casa y no le importaba en lo absoluto las repercusiones que podría tener en la misma.

-Pero... -Finlandia intentaba buscar algún argumento para que el otro no cometiera tal aventura:-¿A dónde irás? -Volvió a cuestionarle. No podía dejar de pensar en lo que podría sucederle. Había tantas cosas por las que temía y ciertamente no quería que Suecia se embarcara en un proyecto que no tenía asegurado el éxito.

-Al norte -murmuró. No quería decir sus planes en voz alta debido a que temía que cierto danés pudiera escucharlo o que alguno de sus guardias fuera a comentárselo. La libertad estaba tan cerca que se rehusaba a desaprovecharla.

Tino pensó que sería mejor rendirse por el momento. Sin embargo, no iba a despegar sus ojos de aquel. Le asombraba lo tranquilo que estaba por el asunto. Era como si supiera de antemano que Mathias no estaría disponible aquella noche. Aunque tenía ganas de preguntarle sobre lo que sabía, supuso que no se lo diría.

Suspiró, no se imaginaba la vida sin el sueco. Después de todo, desde que se habían encontrado mucho tiempo atrás, no se habían separado. Aunque siempre le había tenido cierto miedo, debido a esa gélida expresión que mantenía, siempre se había mostrado muy amable con él, preocupándose hasta por cosas que no tenían mucha relevancia.

Mucho tiempo atrás, cuando apenas acababa de nacer, Tino merodeaba esas gélidas regiones. Desde que había nacido, había estado completamente solo. Debido a eso debía cuidarse muchísimo, ya que era presa fácil de naciones mucho más grandes que él. Solamente veía nieve y más nieve, con muy pocas esperanzas de encontrar a alguien más por allí.

Contaba con su descomunal fuerza ya desde entonces por lo que podía comer sin ningún problema, pero era esa soledad la que realmente le molestaba. Había noches que se preguntaba si alguna vez se encontraría con alguna persona que le hiciera compañía.

No supo cuánto tiempo estuvo caminando sin un rumbo fijo. Le parecía todo lo mismo, para ser completamente sincero: Los mismos árboles, el mismo ambiente, los mismos animales... No había algo en todo sus alrededores que le indicara que realmente estaba avanzado. Pensó que tal vez estaba dando vueltas y más vueltas al mismo sitio.

-Estoy cansado... -murmuró y se sentó apoyándose contra el tronco de un árbol. Estaba comenzando a creer que nunca hallaría a otras naciones. ¿Realmente estaba solo?

Pero no sabía que muy cerca de allí, había un grupo de chicos de edad similar a la suya. Aparentemente estaba discutiendo por algo y uno de ellos decidió apartarse por un momento.

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