Capítulo XV

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Las semanas se habían convertido en meses y estos a su vez, en años... O quizás era la sensación que Finlandia tenía desde que habían emprendido el viaje. Lejos de lo que todo conocía, le parecía que nunca iban a llegar a un destino en concreto. Sin embargo, al observar la forma en que Suecia se conducía, le daba la impresión de que éste sí sabía cuál era su objetivo.

Se detuvieron repentinamente para que el escandinavo pudiera mirar el mapa y su brújula una vez más. Era una situación que se repetía varias veces al día y a las que el finés terminó por acostumbrarse. Aunque por momentos le parecía que ello les estaba causando un leve retraso en el viaje.

-¿No crees qué deberíamos preguntar a los del pueblo en dónde estamos? -El finés sentía que estaban dando vueltas y vueltas.

-No -le respondió secamente Suecia y es que éste desconfiaba de la gente. No sabía qué clase de bienvenida les esperaba por esos lares y prefería evitar que se supiera acerca de su presencia tanto como fuera posible.

Había visto un par de soldados antes de decidir tomar otro camino antes de entrar al pueblo. Necesitaban de más provisiones, pero Suecia no quería que se descubriera en dónde estaban. Al menos, no por el momento.

Aunque tal vez a estas alturas el Reino de Polonia ya estaba informada sobre su estadía en la casa de Estonia y Letonia. En ese caso, todas las precauciones que estaba tomando eran en vano. Pero el escandinavo prefería ser de todas formas precavido.

El más alto no dejaba de pensar en que aquello era lo que exactamente quería Dinamarca. Quizás estaban yendo directamente hacia la boca del lobo, sin saberlo. Acarició el mango de su espada por un momento. Mordió sus labios por unos segundos.

No tenía sentido enojarse en aquel instante. Ya habían recorrido bastante como para dar la vuelta. Iba a reclamar esas tierras de Estonia y Letonia como suyas. No le quedaba de otra para poder enfrentarse al danés.

Llegaron a las orillas de un río para descansar y dejar que sus caballos pudieran saciar su sed. Habían cabalgado prácticamente todo el día, con las pequeñas pausas para determinar en dónde se hallaban. Tino metió los pies en el agua y luego se recostó sobre el césped. Había pasado tanto tiempo desde que habían salido de la casa de Dinamarca, que a veces se preguntaba si aquello había sido una pesadilla.

De vez en cuando contemplaba al sueco. Estaba completamente sumido en sus pensamientos, mirando el mapa que le había dado Estonia antes de partir. Infló las mejillas, le molestaba que fuera tan silencioso y no confiara en él lo suficiente para compartir sus pensamientos.

-¿Crees que nos falta mucho para llegar a Cracovia? -cuestionó Finlandia después de un largo viaje en silencio. Era evidente que iban a pasar ahí lo que quedaba de aquella jornada.

-Tal vez en una semana estemos allí -le contestó antes de guardar el mapa. Se sentó debajo de un árbol y cerró los ojos por un instante. El viaje comenzaba a resultar cansador.

Finlandia sacó sus pies del agua y fue a buscar un poco de leña para prender la fogata. No se inmutó en decirle nada al otro, porque no quería molestarlo. Él también comenzaba a sentirse agotado. Soñaba con poder asentarse en algún lado finalmente. Pero con tantas potencias europeas listas para atacarlos, supuso que la idea de Suecia de adelantarse a los hechos era la mejor para sobrevivir.

Se preguntaba con qué clase de personas se encontrarían en Cracovia. Algunas noticias le habían llegado cuando todavía compartían techo con Dinamarca. Al parecer, eran dos naciones muy fuertes así que esperaba no tener que llegar a las armas. Aunque dudaba mucho que pudieran llegar a un acuerdo tan sólo hablando.

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