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-Me levanto gimoteando y sudando- ¡Marley! ¡Marley!-grito y viene corriendo-

-Estela, gracias al cielo ¿cómo te encuentras?-me agarra de la mano y me sonrojo-

-Bien, pero he tenido una visión muy extraña-lo miro a los ojos. Frunzo el ceño- Tus...tus ojos...son...son color miel.

-Sí ¿qué ocurre con ellos?-enarca una ceja burlón-

-Salían en mi visión, no se si eras tú, pero yo estaba en lugar completamente a oscuras, gritaba pero nadie contestaba, más tarde escuché un ruido muy fuerte y me asusté y tras de éste una melodiosa voz angelical recitaba unos de los versos que me decía mi abuelo. Y al final una rosa negra-

-se pone nervioso-Lo qué hacen los golpes eh...-se rasca la nuca impaciente-

-No Marley, algo me está ocurriendo.

-¿Qué quieres decir?

-Desde que entré en este bosque no soy yo.

-¿Qué has comido hoy?

-No mucho, en el campus me cabreaste y me quitaste el hambre y luego en casa no comí nada porque estaba muy nerviosa.-Marley sale del cuarto y aparece con un plato de sopa-

-Tómala toda, te vendrá bien.

-No tengo hambre, me pica mucho la boca. Ya verás a que cogí una gripe.

-Debes comer.

-No me digas que debo hacer Marley-digo furiosa-

-Eh, tranquila, relájate.

-Lo siento, ya te dije que desde que entré aquí no soy yo.

-Voy a llevarte a casa.

-Si por favor.-Siento como Marley me coge en brazos con una delicadeza inhumana, no se cómo ocurrió, pero me quedé dormida en sus brazos.

Lentamente abro los ojos y observo que aún sigo en el coche de Marley, está atento a la carretera por lo que puedo admirarlo durante unos instantes con total libertad. Es guapo, que pena no ser como las demás chicas.

-¿Tengo algo en la cara?-pregunta.

-Mierda, pienso-no jaja, solo que...olvídalo.

-No dime, no tengas miedo, quiero que me digas todo lo que sientes, por favor.

-Me gusta tu pelo-tonta-

-oh vaya gracias, el tuyo también lo es. Ya hemos llegado. Siento no haber podido hacer lo que tenía planeado.

-Voy a abrir la puerta, pero ya estaba él haciéndolo- ¿Cómo has...? Quiero decir, ¡Estabas ahí dentro! Ha sido muy rápido-entrecierro los ojos-

-¿Qué?, soy rápido-sonríe orgulloso. Ven, yo te subo a casa, no quiero que te caigas de nuevo.

Marley me suelta el cinturón y me coge como antes lo había hecho, si no fuese porque estoy despierta diría que estoy sobre una nube, que delicadeza tiene este hombre dios. Abre la puerta con las llaves que están bajo el felpudo, espera... ¿Cómo sabe lo de esa llave? Qué raro, da igual; me lleva escaleras arriba, abre mi cuarto y me deposita en la cama con suavidad, como si de una figura de cristal se tratara. Ya se estaba dando la vuelta para marcharse cuando...

-¡Marley!-se gira-No...no te vallas, quédate, por favor-susurro-

-¿En serio quieres que me quede?

-Sí.

No me dio tiempo casi a decirlo y ya estaba sin camiseta metido en la cama junto a mí.

-Vas a congelarte, aquí hace mucho frío.

-No te preocupes, nunca tengo frío.

-le rozo el torso sin querer cuando me giro para mirarlo a la cara- Estás congelado Marley.

-Siempre estoy así. Venga Estela, cierra los ojos y duerme-me gira dándole la espalda y pone su brazo sobre mi cintura-Buenas noches blanquita-susurra-.

-Buenas noches, oh, gracias.

-No las des, para eso estoy aquí.


ROSA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora