Capítulo 3
Kevin no estaba seguro de haber dormido más de unos 15 minutos. Él se negó a dormir en las camas. Mariana solo le dijo una vez que durmiera en la cama, como una persona normal, pero él la ignoró y siguió sentado en el piso, apoyándose contra la pared.
- Despierta. - le había dicho Mar, dándole una pequeña patada. - Niño, despierta.
- Estás demente si piensas que yo haré algo contigo. - contestó Kevin.
- Como quieras, no pienso rogarte. Asume las consecuencias.
Mariana salió de la habitación caminando firmemente y sin molestarse en mirarle ni una sola vez más.
Definitivamente a Kevin no le agradaba esa niña tan odiosa, tan ególatra. ¿Por qué no podía ser como el resto de sus "amigos" que hacían exactamente lo que él quería? Ninguno de ellos se atrevía a refutar algo que él dijera. ¿Por qué esta niña no podría ser como Camila? Si fuera así, con su ayuda ya habrían logrado escapar.
La niña no había vuelto en un par de horas así que Kevin asumió que tenía tiempo suficiente para investigar el lugar en el que se encontraba y, si tenía suerte, encontrar una salida. Empezó por registrar todos los baúles que había delante de cada una de las camas. Todos los baúles estaban vacíos y no pudo revisar el baúl delante de la cama que usaba Mariana porque este tenía un candado demasiado grande e imposible de romperlo sin algo con qué golpear.
Dejó de forcejear el candado y examinó con la vista el resto de la habitación. Solo le tomó unos segundos entender que no lograría nada allí, no había forma de que esa habitación vacía fuera a darle alguna información necesaria para saber qué hacía allí o cómo podría escapar.
Sacó su cabeza por la puerta de los dormitorios y echó un vistazo a ambos lados del pasillo.
Ni un solo ruido, ni un solo movimiento. Esa era una buena señal para salir.
Abrió la puerta lo más lentamente que pudo para evitar que las bisagras hicieran algún tipo de ruido que llamara la atención de quienes estaban en la casa. Él no tenía idea si los únicos habitantes de la casa eran los que ya había visto o si quizá podía llegar a encontrarse con otras personas. De todos modos él sabía que tendría que arriesgarse para poder escapar del lugar.
Caminó lo más lento que pudo, cada uno de sus movimientos los hacía despacio, y miraba en todas las direcciones antes de dar el siguiente paso.
Desde afuera la casa no parecía tan grande pero una vez dentro todo cambiaba. Ni siquiera se hubiera imaginado que estaba en condiciones de ser habitada, mucho menos que la casa estaba construida hacia abajo.
No logró abrir ninguna de las puertas que encontró en su camino. Todas estaban cerradas con llave y, al acercar su oído a la puerta para poder comprobar algún movimiento dentro, tampoco obtuvo ninguna respuesta. No sabía si eso debía preocuparlo o no.
"Bueno, aunque no encuentre otras personas igual estoy atrapado" pensó, apartando su cabeza de la última puerta antes de las escaleras.
Bajó las escaleras de una en una aunque le desesperaba avanzar tan lentamente. Si por él fuera, habría saltado todos los escalones para llegar a la habitación de abajo en un segundo. Temía que la madera debajo de sus pies crujiera y eso atrajera al hombre que lo secuestró.
Lo primero que llamó su atención fue el refrigerador. Una de las razones fue lo hambriento que estaba y que recién se percató; la segunda tenía que ver con la enorme cadena que rodeaba el viejo aparato. El resto del lugar estaba completamente impecable, no había rastros de platos, vasos o cubiertos. Y, de no haber sido porque el día anterior estuvo allí, habría pensado que ni siquiera usaban el lugar.
ESTÁS LEYENDO
Deixar
ActionEres como te han enseñado a ser. Haces lo que te han enseñado a hacer. ¿Qué tiene que pasar para hacer a un lado todo lo que se supone que debes ser? ¿Qué tiene que pasar para abandonarlo todo?