Capítulo 1

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Capítulo 1

— ¡Niños, regresen a sus casas! No deben estar en el bosque. —regañó una señora al grupo de niños que caminaban por el bosque con un único propósito: entrar a la casa abandonada.

Era un verdadero reto lograr acercarse a la casa, la mayoría de los niños se apenas vislumbrarla a lo lejos. Quienes avanzaban más se encontraban con puertas cerradas y ventanas cubiertas con tablas de madera.

La casa era hecha de madera, parecía que cualquier momento se vendría abajo, pero milagrosamente seguía en pie.

Sólo había una historia que circulaba por toda la ciudad: Una familia escapando de la guerra que se dio en el país cuando el padre del actual presidente entraba al poder, hace aproximadamente 70 años. La familia, acusada de varios crímenes contra el presidente de ese entonces, fue encontrada cuando se escondían en aquella casa. Los fusilaron dentro de la casa, a toda la familia, incluidos los primos, sobrinos lejanos, tanto niños como ancianos, con el único propósito de dar una lección al resto del país y que nadie de esa sangre decida revelarse de nuevo. La casa ha estado abandonada desde entonces porque las almas están rondando aún por la casa y por todo el bosque para poder "cobrar venganza" contra todos los que no hicieron nada por ayudarlos.

— ¡Vamos! No la escuchen. — dijo uno de los niños, caminaba por delante del grupo, como un verdadero líder. El niño era el más alto del grupo, de cabello y ojos oscuros, tez morena, boca fina. Vestía unos vaqueros que le quedaban un poco grandes y una camiseta negra.

— Kevin, mejor nos vamos. — replicó una de las niñas. — No vamos a encontrar nada, además, ya es tarde, mi mamá me va a regañar.

— No sé ni por qué te trajimos. — respondió el niño que se llamaba Kevin. —Eres una miedosa, no va a pasar nada, no hay nadie.

— Exacto, por eso deberíamos irnos...

— ¡Puedes irte! — exclamó Kevin. — Todos pueden irse, no los necesito aquí, todos son unos bebés miedosos. ¡VAYANSE!

El resto de los niños se quedaron de pie sin saber qué hacer. Kevin era uno de los líderes, él decidía qué jugaban y ellos le obedecían porque querían hacerlo, porque estando a su lado se sentían especiales.

Los padres de Kevin le dejaban salir a jugar todo el día, y la única razón era que no les importaba si su hijo volvía o no. Él tenía otros 6 hermanos, entre menores y mayores, así que sólo era considerado una carga más para sus padres en tiempos difíciles. Si él podía ir a buscar su propia comida, sus padres estaban felices.

A él no le importaba, disfrutaba más estando fuera antes que estar en su casa siendo regañado por todo lo que hacía o no.

— Yo me voy a quedar contigo. — dijo la niña que segundos atrás quería irse, abriéndose paso para pararse frente a él. Kevin asintió y esperó, con los brazos cruzados, a que todo el grupo de niños se vayan.

Los niños podían admirar mucho a Kevin, pero el miedo que sentían era más fuerte. En parejas se disculpaban con él y se retiraban.

— ¿Por qué te vas a quedar conmigo, Camila? — preguntó Kevin. — ¿No tenías miedo?

— Lo pensé y, ¿por qué tendría que tener miedo? Voy contigo. — dijo Camila, sonriendo. Camila era la única que iba con Kevin a todas sus aventuras por más asquerosas o peligrosas que fueran. Él sabía que ella era su mejor amiga, pero no era de las personas que recordaban al resto lo el lugar especial que tiene.

— Pues vamos.

Caminaron en silencio el resto del camino. Camila iba moviendo la cabeza de un lado a otro, viendo los enormes árboles que había a su alrededor. Nunca habían avanzado tanto pero por todas las historias que circulaban por el pueblo sabían que los árboles juntos y más grandes que los otros eran una señal de su proximidad.

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