Capítulo 6

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Había estado más de un año planeando cómo decirle a Mery que me gustaba y que quería salir con ella, y actualmente, ella misma me está obligando a que le pida a Greta ser mi novia. Es lo último que se me había pasado por la cabeza: que la chica que me gusta realmente (y que lo sabe), me obligue a que tenga de novia a una chica, que también me gusta, y que a ella probablemente le caiga muy mal. No entiendo a las mujeres, hace casi un mes, Mery había insultado a Greta, y ahora quiere que salga con ella (aunque no me quejaría).

-Mery, no voy a hacer eso. -repetí por décima vez. -Eso es muy cursi, a ella no le gustan las cosas cursis.

-Es una chica, claro que le gusta. -me animó Mery. -Una chica que práctica ballet, lee tantos libros como tú y le encanta el color rosado, debe ser muy cursi.

-A ella no le gusta el color rosado, es el lila... -refute. -Y los libros que lee son de ciencia ficción, no románicos, como los que te gustan a ti, y tu no eres cursi.

-Lo que sea, -agitó las manos en el aire. - ¿entonces sabrás que hacer, o decirle?

-Si, sé que le diré.

-Correcto, porque allí viene. -señaló Mery hacía la esquina de la cafetería del centro comercial. -Voy a ir al cine, nos vemos ahí.

Se levantó de la silla y comenzó a caminar hacía las escaleras eléctricas que llevaban al segundo piso. Me recoste en la silla y miré a Greta que se dirigía hacia mi. Se veía realmente bien, no sé porque nunca la vi con los mismos ojos que veía a Mery, si lo hubiera hecho, Greta, probablemente sería mi novia desde hace más de un año. Ella es muy hermosa, aunque no podría compara la con Mery, ambas son muy lindas, y las dos me gustan, demasiado. Espero que eso no se vuelva un problema.

-Hola Greta -la saludé.

-Hola, Jay. -me respondió con un beso en la mejilla. Y me dio escalofrío, eso se sintió muy bien, sobretodo porque sus labios duraron mucho tiempo en mi cara.

-¿Lista para el cine? -pregunté animado, saliendo de la ensoñación del beso. Ella asintió, y la tome de la mano, mientras caminábamos hacia las salas de cine. Greta, además de Mery (y algunas chicas en primaria), eran las únicas que me gustaban y me habían besado. Sólo dos veces logré robarle besos a Mery, eran fugaces, húmedos y siempre terminaba con un jalón de orejas. Había salido con una chica en mi segundo año de secundaria, se llamaba Sarah con un apellido muy extraño; era rubia y siempre quería estar encima de mi, era muy fastidiosa, no sé como la soporte tanto tiempo ni porque acepte salir con ella. Luego de salir con Sarah, comencé a descubrir mis sentimientos por Mery.

-¿Compro palomitas? -habló Greta, deteniéndose en la entrada del cine. Asentí, un y ella fue a comprarlas. Aproveche para escribirle a Mery.

»Para: Mery :}
Ya estamos en el cine, entraremos en un momento.

»De: Mery :}
Bien.

Greta regreso con dos enormes vasos de Coca-Cola.

-No había palomitas. -comentó mientras entrábamos a la sala. Nuestro asientos estaban en toda la mitad, y unos puestos detrás de nosotros estaría Mery, para "vigilar que todo salga bien". Eso espero.

***

-Eh... Greta.

-¿Um? -respondió girando la cabeza. El brillo de la enorme pantalla le iluminaba los ojos. ¡Pero que ojos tan hermosos! Es como perderse en un valle rodeado de árboles verdes, amarillos y lagos azules. -Jason... -susurró sacudiéndome el hombro.

-¿Qué? -desperté. -¿Decías algo?

-¿Qué te sucedió? Parecía como si hubieras comenzado a soñar...

-Es que... Tus ojos... Son hermosos -suspiré. Eso fue muy cursi.

-¿Te gustan? -preguntó con una gran sonrisa. Yo asenti, pero negué rápidamente. Ella hizo un gesto de confusión.

-Tú me gustas... -susurré. Estaba muy emocionado, como si hubiera corrido una maratón, y ella me miraba, expectante, y se acercaba más.

-Que lindo eres, Jay... -comentó. -Tú también me gustas.

-¡Qué suerte tengo!

-¿Por qué?

-Porque si no te gustara, sería muy vergonzoso pedirte que fueras mi novia, y contestaras que no...

-¿Quieres que sea tu novia? -preguntó sorprendida. Asenti. -Entonces, sí.

Ese fue uno de los mejores momentos que he tenido en toda mi estúpida vida. Ya había pasado mi brazo sobre su hombro, y estaba apunto, tan cerca de su rostro, podía decirse que nuestras respiraciones estaban sincronizadas. Y por un momento sentí el roce de sus labios, justo cuando alguien, que claramente reconocí, nos lanzo dos puñados de palomitas con mantequilla. Y yo sé a quien le gustan mucho las palomitas, y la mantequilla: Mery Knight.

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