Andstæða daglegur

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Es el primer fic con Jellal al que le pongo una chica con la que hace una ship crack, así que no tengo ni puta idea —así tal cual— de cómo habrá quedado a sus ojos.

Lo bueno es que me divertí escribiendo de los problemas de Laxus; y los de Jellal cuando se encuentra aburrido. ¿Quién no quiere ser un policía corrupto? (?) Okno.

Nota: Insinuación de Gray/Ultear, Erik/Sorano, Doranbolt/Erza —no van a lograr que lo llame Mest—, Macbeth/Meredy y blá, blá blá. Laxus/Lisanna como pareja secundaria, y... bueno, está Jellal... (?) XD

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Se cruzó de brazos al tiempo que se rascaba la nuca con algo de incomodidad, alzando los brazos entrelazados para llegar al lugar. Erza Scarlet se mantenía a su lado, y él hubiera confirmado que se encontraba expectante, a espera de la reacción tan ansiada por ella.

Pero en cambio, el hombre no hacía más que pensar en que quería largarse de ahí. Era realmente complicado reemplazar a Laxus. Sin embargo, no podía hacer nada. A pesar de Laxus Dreyar ser un hombre corpulento, rudo, serio, trabajador cuando quería... Jellal sabía que tenía un grano en el culo de cuñada. Aunque el rubio fuera su jefe, y extraña especie de amigo, Fernandes sabía bien en los problemas que debía meter la pata y medio cuerpo, o no.
Era consciente de que él evitaría tratar con Mirajane Strauss cuando ésta llegara a la comisaría, pregonando que no se arrepentía.

¿Cargos? Asesinato al jefe de la comisaría número siete de la actualmente producida Magnolia.
¿Algún problema de fuerza mayor, que haya provocado inevitablemente tal desastre? El que él haya sido un maldito idiota con su embarazada hermana menor, porque además, se negaba rotundamente a acompañarla a la maldita revisión de aquel saco de células.

Realmente después de eso —si llegaba a suceder—, Jellal dudaba si sería buena idea ser el padrino del bebé. ¿No vendría Laxus a agarrarle los pies mientras dormía, gritándole traidor? Pues seguramente no, pero de alguna manera era divertido pensar ridiculeces. Aunque seguramente Erza no opinaría lo mismo.

El carraspeo de la pelirroja hizo que saltara imperceptiblemente en la silla de cuero. Hubiera querido molestarse con ella, pero la verdad es que no podía decidir quién era peor, si Mirajane Strauss, o Erza.

Sintió la insistente mirada de la mujer desde su costado, y entonces se dignó a mirar a un divertido Erik. O Cobra, como se hacía llamar por las emocionantes calles. Unas ganas de golpear a su amigo pelirrojo le invadieron. Sí, eso sería lo mejor. Lo golpearía, como el buen policía corrupto que estaba planteándose ser.
... Mejor no, luego Laxus le daba una paliza y el adorable bebé Dreyar Strauss se quedaría sin su divertido padrino.

—¿Qué te trae por aquí, Erik? —preguntó sin ganas. Suspiró—. ¿No será que te has creado una nueva filia con las esposas de nuestra comisaría? —bromeó.

Erik entrecerró los ojos, y luego bajó la mirada a el implemento de metal. Jellal lo vio alzar las esposadas muñecas.

—Deberías regalarme unas para navidad, seguro que a Sorano la vuelven loca... Y tú tienes de sobra —dijo con una expresión indescifrable.

Jellal hizo de sus labios una línea y miró por unos segundos hacia abajo.

—Erza... ¿Podrías... —se giró hacia ella, y al ver su mirada pensó que estaría firmando su sentencia de muerte— ¿Podrías dejarme solo con él? —inquirió.

Agradeció mentalmente a Laxus por haber cedido a ir a ese hospital —porque de otra manera Erza no se quedaría así. Él estaba a cargo. Aunque Jellal sabía que una de las pocas cosas, y que más quería su jefe y amigo, era un mocoso rubio —también sabía que se conformaría si llegaba a ser albino— que le dijera papá, al cual poder enseñarle movimientos de defensa propia, y por qué no, enseñarle el uso correcto de las esposas, para no quedar al final él —o ella— esposado a un volante o a las escaleras de una tienda. Sería algo realmente patético que un delincuente fuera más listo. Y es que como estaban ahora... Seguro que hasta sabían el procedimiento para hacer la bomba nuclear de el viejo —y seguramente ya ni siquiera hecho polvo— Albert.

Lucy y ellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora